Thursday, November 30, 2006

la ciudad de la ventana


Y desaparecí tras los velos nerudianos... amanecí en Barcelona. Sobrevolé la península, entre algodones. Sin miedo a ruborizarme, diré que mi primera experiencia en avión ha sido fabulosa. Cierto es que el viaje de negocios era obligatorio pero también es cierto que yo soñaba la noche de antes con pisar la pasarela móvil, facturar las maletas, acariciar la chapa que roza el celeste... conseguir un asiento junto a la ventanilla...
Así fue, a las cinco y media de la mañana, abría mis ojitos, tomaba el primer café de la mañana y tras una ducha de agua hirviendo, me enfundaba mis tacones, falda estrecha y rizos al viento, a caminar...
No faltó detalle al viaje, hasta tuvo su momento friky, conocí a Chiquetete, el cual me confundió con una periodista por la manera intensa en que lo miraba, yo me le tranquilicé diciendo que no, aún no trabajaba para la prensa. Casi nieva en la ciudad y el aire renovado por la cercanía del Pirineo me refrescaba la cara, mi nariz congelada andaba armónica con los labios extra "rouge" por el frío y un lápiz de labios sensacional.
Las citas de negocios evolucionaban rodadas y yo sonreía cuando el momento lo permitía, pensando en el paseo por Las Ramblas que me esperaba por la noche y mi cigarrillo, y un coctel tras la cena, y también, soñaba en volver a casa, nada huele mejor que tu propio hogar, y nada mejor para apreciar ese perfume tan especial como dejar de olerlo durante unos días.
No tengo mucho tiempo, podría escribir líneas y líneas rememorando los edificios modernistas que ví por primera vez cuando tenía dieciocho y que me había pasado viendo una vida entera en libros y enciclopedias. Podría escribir todos los sueños de mil y una vidas que podría vivir en esas mansiones redondeadas por el aire y el cincel barcelonés, sueños eternos de segundos... Podría decir muchas cosas, pero quiero terminar con el recuerdo con el que ayer me marché a la cama. Cuando tras una larga cena y un gintonic de postre, volví al hotel, abrí la ventana y me dejé enfriar, una vez más, la cara con el aire escarchado de la tercera planta del hotel. Divisaba la playa y sólo pude recordar cuando hace dos años, en la misma posición, en pijama, divisaba la costa preciosa de La Coruña. Había viajado con mi anónima amiga a impartir nuestra primera comunicación literaria. Tiempos felices, tiempos literarios y de letras, tiempos de sonrisas, tiempos de sueños... ahora ya es tiempo de empezar a vivir el sue, al menos por segundos diminutos, eternos... quizá uno de estos días fríos, secos, sin nieve, en Córdoba, quizá la caricia de la sal perdida de nuestro río, nos ayude a rememorarlos todos y dejar las nubes, que ya sé lo que supone viajar en los aviones.

Monday, November 27, 2006

promesas de Neruda

Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.

Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.

Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.

Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.

Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.

El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.

Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.

Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.

Monday, November 20, 2006

noviembre






Señoras y señores:


Mis sinceras disculpas por la dilatada ausencia que me ha separado de vosotros, de mi entretenimiento preferido y del placer que supone para mí conocer que vuestras adolescentes pupilas se pasean alegres por mis letras.
Parece que este otoño se contonea rápido, los días se suceden casi sin sentirlos y las ansiadas noches pasan como el humo de mis cigarrillos. Increíblemente, noviembre, uno de mis meses preferidos, se agota sin yo poder evitarlo, cuando antes se dilataba lento en los segundos de un otoño frío y lluvioso, eterno noviembre de estudiante, de sueños prenavideños, de luces veladas y días redondeados con lápiz rosa.
Ahora los meses se hacen adultos sin pensarlo, adolescentes precoces, niños viejos, reyes por un día. La navidad se asoma a los cristales, enamora las calles, seduce al euro y sigue entristeciendo y aburriendo de la misma manera a los mismos de siempre, así se vista del eterno rojo o se disfrace de un rosa que aún no creo que le siente. Ahora toca pensar qué hacer en vacaciones, qué adornos comprar para el árbol de este año, elegir sonriente los turrones y dulces empalagosos propios de la época, un vestido imposible para nochevieja, una fiesta glamourosa, una aguja en un pajar, reunir a la familia, a los amigos, y seguir sonriendo veinticuatro horas, ser amable constantemente aunque cueste, difundir el "feliz navidad" y decidir qué escribir en el documento más importante del año: la carta a los Reyes Magos.
Aún no puedo decir nada de la mía, hoy mismo un amigo me recordaba que todavía no había decidido mi lista... Este año será interminable, más grande que nunca y, por primera vez en mi vida, será pública. Pocas personas han leído tan preciado documento a lo largo de mi vida, mis padres siempre, el rey Baltasar siempre y ahora vosotros, en exclusiva, en un mes.
Hasta entonces, intentaré pasar desapercibida en mis comentarios, recostarme en el anonimato de mis escritos y desaparecer bajo máscaras que pueden resultar más que divertidas.
Espero que cuando leaís mis esperanzadas palabras dentro de poco, en la edición navideña de a&p, os animeis a escribir también las vuestras, nunca se sabe, quizá internet este año sea la llave a una vida de sueños, el rey mago del siglo XXI, pero de una vez y para siempre, reales, que los sueños, como dijo el mago de la palabra, "sueños son",y para inamovibles ya están otros, ya tenemos a Acebes para parar el tiempo y a Bush para prohibir e impedir lo imposible... ¿será posible abrir este año la caja de los sueños?
Atentamente,

Majo Caracuel.

Tuesday, November 07, 2006

Plaza Cardenal Salazar, Córdoba

Llueve, llueve y llueve. Veinte grados en el termómetro. El invierno por fin ha llegado.
Recuerdo cuando no hace mucho, quizá un par de años, las cinco de la tarde en este noviembre lluvioso, se traducía en citas en biblioteca, café cortado, té con leche, donuts blancos... cigarrillo de niña mala, libros amontonados en los huecos de los gigantescos y frios ventanales de la facultad más idílicamente universitaria: Filosofía y Letras.
Se dibuja en mi rostro una sonrisa cuando recuerdo fresco, la gélida brisa de sus pasillos, la madera cuarteada y toqueteada por los siglos, los pasillos amplios, los rincones oscuros, los techos altos, las salas con historias de fantasmas, los bedeles desentendidos y el patio con la fuente y los naranjos, contundente, a la entrada, como enmarcando un paisaje machadiano.
Banderas de jamaica en las mochilas, melenas de modernos reinventados, libros escondidos en estanterías perdidas de libreros huecos, que acogen viejas ediciones de saberes griegos. "Lapesas" multiplicados, ediciones de Gredos, atlas lingüísticos desfasados, Borges, Cervantes y el eterno Góngora como una sombra oscura y altanera, que amedrenta a todo el que se le acerca. Tardes eternas y leves, segundos recontados, cigarrillos de cinco minutos reconvertidos en descansos de medias horas secretas u olvidadas en horarios cuadriculados.
Frío entre las chinas de la superviviente judería cordobesa, olor a churrasco en las aceras, llovizna limpia entre los cantos de las calles viejas, lúgubres farolas y una iglesia que nadie supo en cinco años si aún se rezaba en ella.
Recuerdos fugaces pero eternos en mi memoria de enamorada de las letras, sueños de catedrática de lenguas muertas, de aquella facultad que me regaló mis primeras sonrisas adultas, mis ilusiones eternas.