Saturday, September 23, 2006

entre las piedras



Parece que hay veces que hasta las piedras tropiezan con ellas mismas. Sin saber como, en ocasiones ni el tic tac del reloj se pone de acuerdo consigo mismo, y los toques se atropellan entre ellos provocando un malestar inteligible.
Los días pasan inapreciables, sublimes a veces, y de repente, el caos, como un hada maligna se muda a nuestro espacio, y hasta un "hola" resulta desagradable y un botón desabrochado puede ser desencadenante de una cascada de ojos en blanco.
Y sin saber muy bien como, te encuentras con un nudo en el estómago, y el amarillo reaparece pleno de protagonismo, y las tardes cortas o largas, con o sin lluvia se vuelven inaguantables.
La ilusión que encarecidamente buscas cada mañana, ese tesoro de risas que guardas en el cajón como una joya de la infancia, se desvanece, y pasan siglos de segundos eternos hasta que el alma vuelve a reencontrarla. Y siempre, y vuelve, el tintineo del reloj, incansable a los colores y humores de las tardes de invierno olvidado y de verano, verano olvidado por no querer pasar de una vez aquella página en bleanco. Tiempos felices para algunos. Pasos de bailarina para otros.

Friday, September 22, 2006

otoñalmente deseado



Empieza el otoño. Parece que esta vez la estación se hace esperar, y aunque en el calendario se anuncia su entrada inminente, el verano parece haberse acomodado entre nosotros, e impide que la llovizna otoñal refresque nuestras mentes.
¿Dónde quedaron esas hojas caídas en las calles a modo de alfombra en tonos camell? Eso quedó, supongo, como fondo de pantalla para los más clásicos usuarios Windows.
¿Y el abrigo nuevo para comienzo de octubre? Tampoco ya aparecen las medias y leotardos inminentes como de sorpresa en los cajones, ya nada nos sorprende, ni la lluvia, ni el frío, ni los incendios, ni los hundimientos masivos de pateras, ni la guerra de Irak, ni la de cualquier otro lugar. Se oyen voces lejanas provenientes de Latino América, de un presidente altisonante, que llama “demonio” a un presidente de los Estados Unidos.
Hoy ya casi nadie llama las cosas por su nombre, todo es muy correcto, y se pasan por hormigas elefantes. Y así, esta armonía de plástico llega a afectar hasta el tiempo, no llueve, ni las estaciones aparecen con un ritmo natural como antes, ya nada es como antes. El frío aparece de repente, al lluvia es torrencial, como torrenciales eran las palabras de Chavez. Torrenciales pero certeras, ¿será que también entonces, estamos necesitados de esas aguas radicales para entender algunas cosas? Será que nos hace falta humedecernos de vez en cuando, para no perdernos en las brumas agónicas de este verano de condena, que nos mantiene ciegos a todos o casi todos.

Sunday, September 17, 2006

fabuloso


Un par de días fuera de los límites sureños de Sierra Morena serían como un suero para el horripilante calor, desgastado ya en un septiembre sin expectativas.
Ifema abría sus puertas al diseño, a la decoración y ese era mi destino, o lo había sido siempre, eso creo ahora. Stands diversos, carpas, gentes de todos los colores, gafas estáticas en la nariz, modernos reinventados, clásicos perdidos, tendenciosos con las tendencias, jóvenes y mayores se acercaban al más importante salón de la decoración con una única ilusión, comprar, y autoconvencerse de que entienden el diseño y saben qué es la moda.
Y es que, señores y señoras, el diseño, como todo, posee una estructura vertebrada casi de metacrilato, un leve velo separa el buen gusto de lo depravado, y eso no es moderno ni nuevo, el buen gusto o se tiene, o no se tiene, por mucho que se estudie o por mucho que se crea poseer.
Alejense los empresarios aventajados, ilusos conocedores de este mundo, creen que por saber pasar contabilidad y ordenar sus dineros a fin de mes, sabrán descifrar la delgada línea roja que conduce al éxito o al fracaso de lo realmente bello o lo que más se asemeja a algo perfecto.
Prohibiría a todo hombre o mujer de empresa que se acerque allí, no tienen ni idea de que su cometido queda muy lejos de saber interpretar la belleza del arte.
El cobre no es que no se lleve, es que está desfasado, la loza policromada es una pieza digna del mueble bar de Sara Montiel. Precisamente, el término "mueble bar" está descatalogado en el diccionario de la decoración, definitivamente obsoleto. Para los amantes del "estilo inglés" tengo malas noticias, no se encuentran ya representantes de esa rancia tendencia. Despierten, señores y señoras anhelantes de polvo de anticuario, del mueble apolillado. El estilo inglés es otra cosa, es más que eso, es precisamente, la elegancia y ese término dista mucho de parecerse a sus intereses de burgueses desfasados.
Y dicho esto, pasemos a las tendencias, el brillo destellante es hoy más moda que nunca, las lentejuelas se descosen de los vestidos para llenar enormes jarrones de cristal y acoger entre sus deslumbrantes partículas las flores más inesperadas.
La rosa es un clásico y se mantiene en los tonos más tradicionales, el blanco, el más genial y el rojo, clásico entre los clásicos. Por lo demás, la flora más lejana, la más inesperada, se asoma salvaje al hogar, el musgo renace como una alfombra fresca oxigenada.
La gama de los morados, los rosas es más puntera que nunca, los labios, los ojos se tiñen de púrpura, pero sin dramatizar, es más pop-rock, que una tragedia del color. El rosa es el rey en el sofá, en la cortina, en la alfombra, en los adornos navideños. El dorado se mantiene en el podium, inalterable al ocaso del verano, y gana posiciones como opción inmejorable. El negro, siempre negro, se reviste un año más de sí mismo y triunfa entre todos, más acharolado que nunca, brillante y rompedor, acompañado de su opuesto, el blanco, como un clásico de la vanguardia, y, la guinda, el verde, como ideal, un color especial para gente especial.
Los sesenta están más de moda que nunca pero matizados por una vena ochentera que lo agudiza, y suprime aquel encanto ingenuo que lo caracterizaba. Y el metal, el cristal, el metacrilato como materiales básicos de hogares hechos para respirar espacio y libertad. ¿Frialdad? pueden pensarlo, no es cierto, el calor del hogar lo pone el corazón, las tendencias del otoño-invierno 2006 y 2oo7 son frescas, pilares de una casa en la que el protagonista eres tú, en la que el mueble no ocupa tu espacio, el espacio y la vida es tuyo, y la calidez, como el amor, no está en un color, ni en el roble americano, está en el corazón y para los avanzados, en la sección izquierda del cerebro. Y, la felicidad, en el aire. El resto son obstáculos, cuantos menos, mejor. En breve, las casas serán transparentes, y nosotros seremos la vida y el color. Fabuloso.

Wednesday, September 06, 2006

Y ahora, lo feo


Queridos feonautas:
De los productores de "De este agua no beberé" o "Nunca digas nunca jamás", nace mi artículo de hoy. Cuando hace un par de años apareció la primera telenovela sobre una mujer disfrazada de "muy fea", intentando sobrevivir a su propia apariencia, yo me llevé las manos a la cabeza, sin embargo, el éxito fue absoluto. No sabía si lo planteaban como una valoración del inapreciado valor interior o simplemente una idea estúpida sin más. Ahora pienso que fue lo segundo. Pero hoy tengo que retractarme de mis pensamientos públicamente.
El éxito de la conocida teleserie latinoamericana fue tal que ya hubo quien tomó nota para llevar a cabo la versión española, y así nace "Yo soy Bea".
Por todos es conocida mi fluida relación con Telecinco, el equipo de redacción de la serie ha visto las similitudes de a&p, como "diario" de impresiones y objeciones de la vida de Majo, al igual que Bea de manera aproximada escribe en su diario de internet, a un receptor múltiple al que llama "feonautas" como un grupo al que ella misma pertenece.
Lo cierto es que se llevará a cabo una colaboración en el departamento de redacción de la serie y nuestro periódico. El problema es que pensaba tratar en mi próximo artículo el estreno de "Alatriste", la superproducción española sobre la novela de Pérez Reverte, pero, esta película está producida por la cadena susodicha, así es que para decir sandeces, mejor no decir, y para mentir...por no dañar la sensibilidad de los que pagaron, mejor me callo.
Pero, en un alarde de valentía diré que el film es como un globo aerostático, vuela, por estar lleno de aire, nada más. Como consejo: suprimir para posibles proyectos de segundas partes, a Echanove, su personaje de Quevedo es tan cansino y desgastado casi como la Juani en Médico de Familia, y eso es decir mucho. El señor Echanove se balancea en su excesiva barriga, repartida hacia las caderas, mal lleva una peluca barata y se encaja unas gafas de siglo de oro que más bien parecen los anteojos de un disfraz del carnaval de Cádiz. La disputa Góngora vs. Quevedo, tan manida, aparece entre las primeras secuencias y aburre, y no sólo eso, sino que duelen los oidos cuando el ficticio Quevedo recita como un gato afónico una rima del cordobés.
No sólo Quevedo llena de esta manera la pantalla, tenemos un Javier Cámara que es digno de lástima con una interpretación más que mediocre del Conde-duque de Olivares, muy serio, tanto que nos recuerda sus orígenes cómicos más que nunca, de los que él parece no quiere acordarse ya.
El protagonista es de lo mejor si no fuera porque su diálogo es tan parco como el de Silvester Stalon en cualquiera de sus películas. Y, el resto, como cualquier película española, quitando a algunas de Almodovar, sobrevive con las apariencias. El cine español, como el deporte rey, no termina de levantar cabeza, y eso supone, entre otras cosas, que los que escribimos, tengamos que pasar estos bochornos, intentando disfrazar de buenas palabras lo que su mejor piropo sería un eufemismo.
En fin, estimados señores de Telecinco, disculpen mi sinceridad y frescura, supongo, por otra parte, que esas han podido ser algunas de las razones que les han hecho fijarse en mí, o mejor dicho, en mis letras. No obstante, aplíquense el eslogan de Bea, "feos somos más" y... feos y cosas feas, hay de muchas clases.
Y, yo, no sé si fea o guapa (véase foto con Rufo), encantada de escribir como y de lo que me gusta, porque yo lo valgo.