Saturday, December 30, 2006

Game over, 2006

La inspiración, decían los románticos, surge como premio a la tristeza. Parece que la falta de sonrisas desdibujan el rostro pero dibujan un alma controvertida, un cerebro productivo. Ahora, en el siglo XXI, la alegría y la tristeza se visten de otros ropajes y la inspiración es la misma diosa pero perdida en alegorías de otras grandezas, rebestida de otros plásticos. Y diciembre se agota.
Los reencuentros estos días se han sucedido dinámicos, unos a otros. Parece que la cuenta atrás en la que cada año nos empeñamos en celebrar acelera las citas pendientes y los sentimientos rebolotean incontrolables como el polen en primavera, creando bellezas y también alguna que otra alergia.
El 2oo6 comenzó rebosante de ilusiones. Creo que es dificil recuperar aquella sonrisa confiada de alegria, inocente y desinhibida. Eran sonrisas contenidas las que me aceleraban el pulso; mi cuerpo rebosaba risas futuras que reservaba firme para aquella desembocadura de un verano no muy lejano en el que mis menudos sueños se cumplirían.
En abril, el señor V, me recomendó que debería volcar los sentimientos que se agolpaban en palabras, relatos y notas en cada rincón de mis mil espacios, de mis burbujas, de mis tiempos muertos y privados. Comenzó amorypedagogia, en una tarde anaranjada, eran las primeras ironías que el sentimiento disfrazado de literatura me deparaba. Por aquellos días las palabras se agolpaban en mi mente y yo las derramaba por primera vez, casi de manera automática, ilusionada en pensar que minutos más tarde mi reducido grupo de lectores pasearía sus pupilas por aquellos pequeños escritos de todo tipo y volví a recuperar aquel sentimiento precioso de finales de carrera, cuando algo tan sencillo como pasar la tarde en pijama bajo mi flexo, recuperando recuerdos de literatura neoclásica, suponía para mí la felicidad sin más. Eran horas tan perfectas, en las que mis sonrisas se sucedían, en las que no me molestaba el ácido del sol, en la que la lluvia bendecía mis días como un regalo divino cada amanecer: era feliz.
El verano de este año par, pasó rápido, espeso y rotundo como cuando las olas rompen en la playa, y así, mi castillo de arena desapareció primero bajo una manta helada, y luego reapareció como fulminado por el horrible sol intenso que quema mis pupilas y ahora tanto detesto.
Mis disculpas al sentir del mundo, pero hoy deseo más que nada que por fin se agote este fatídico año par, anhelo que llegue esa terminación en siete, mi sensibilidad está tan desgastada que no me rebelo al ver las horribles imágenes de una horca inminente esta mañana. Bajo la mirada y nada me sorprende. Nada o casi nada. El amor siempre. Esa palabra, la más bella.
En diciembre escribir con asiduidad empieza a dar fruto, y hoy quiero compartirlo con mi estimado público. Casi me avergüenza decir esto, pero me alegra pensar que existe alguien, un alguien plural o individual que me lee y a quien en algún momento quizá he podido emocionar con mis palabras. "Quizá" es un perchero donde colgar todas esas posibles hazañas de una vida que casi acaba de empezar.
El artículo que precede a este "balance" lo escribí para la organización Síndrome de Rett. Se pusieron en contacto conmigo para que escribiese algo que expresase lo que significa vivir con una niña Rett, por desgracia sabía a la perfección lo que debía escribir en ese artículo, por suerte, sé lo que significa conocer a un ángel. Podéis verlo publicado en www.rett.es. (apartado miscelánea)Gracias, Javier. Junto a esto, un amigo un día, después de seguir mis letras desde la primavera, me comentó que le haría mucha ilusión que se viesen publicados mis artículos en la revista cultural que él y sus amigos habían creado ya hace unos años. El ladrío es el nombre de la publicación y la organización, El coloquio de los perros. Me dieron libertad total para publicar lo que quisiera, así que como había gustado mucho mi "New York, New York" que todos conocéis, me decanté por que reapareciera esta vez menos virtual que nunca y sobre papel. Parece ser que ahora soy una de sus articulistas. Gracias, Miguel Ángel.
Y el año termina sin mucho más que reseñar, las letras me fascinan, me emocionan, me divierten y me enamoran. Esa es mi realidad, mi vida y mi futuro. La redactora de a&p desaparece de 2006 para continuar no sé si acompañada de las musas, espero que más sola que nunca, eso significará que de nuevo mi vida será de nuevo, mi juego favorito. Ha sido un placer.

Majo Caracuel.

Tuesday, December 26, 2006

una perfecta desconocida


En los ochenta se ansiaba la riqueza, en los noventa se pierde la cabeza por lograr la eterna juventud. Existen muchos tesoros escondidos, especies sin identificar y así pasen muchos años, la vida nos seguirá ocultando los secretos de su inefable constitución interna. Las enfermedades son unos de ellos. Algunas, gracias a los avances médicos han desaparecido, otras se mantienen encorsetadas en medicamentos de andar por casa, pero el cuerpo humano es desmedido y desconocido aún hoy, y existen muchas otras que todavía se derraman en los segundos del tiempo. Y ahora, en el siglo XXI el conocimiento se alza como un valor seguro, entre los más cotizados, pero por desgracia es altanero y supone una feroz distancia a quien lo persigue y un auténtico desconocido para muchos. El término "desconocido" me acompaña desde hace ya algunos años. Es para muchos desconocido el significado de "Síndrome de Rett" y ante ojos de asombro me enfrento cada vez que alguien se interesa por la enfermedad que mantiene a mi hermana como un vegetal.
Suele ser difícil de explicar ese conjunto de síntomas extraños que de manera tan firme acabaron con el brillo de vida en los ojos de Inmaculada. Nació preciosa, sana y sonriente. Una niña perfecta. Su nacimiento fue normal, como el de miles de niños que amanecen a este mundo cada día, mamá no sufrió en el parto más que otra madre podría haber sentido en su lugar, su vida comenzó en enero, se abrió a la vida dotada de una mirada privilegiada, ojos negros, profundos, grandes, elegantes y boca de pincel.
Los días pasan y crece y aprende, se estremece, sonríe, nos entiende, juega, balbucea, gatea... hasta que un fatídico día se despierta ausente. Fiebre alta, un resfriado sin importancia, un enfriamiento que dura más de lo esperado, antibióticos dilatados... semanas esperando un giro de sus ojos, primeras miradas perdidas, primeras preguntas al viento, primeros experimentos con juguetes ruidosos en sus oídos, primeras reacciones perdidas. Y entonces como por arte de magia la pesadilla se torna realidad y la lógica se difumina entre miradas inertes.
A partir de esto, se suceden innumerables visitas a médicos de todas las especialidades, pruebas destinadas a cada centímetro de su cuerpo. Nadie sabía, ni siquiera los médicos, si mi hermana estaba ciega, o sorda, o retrasada, o era autista, o estaba embrujada, o había tenido la mala suerte de que algún espíritu maligno se hubiese adueñado de su alma de algodón. Santos y santeros, estampas, rosarios rezados a tiempo, a hora y a deshora, súplicas, sollozos, llantos, tristeza y una alegría velada, cegada por lo pronto e indefinidamente.

Los resultados eran alentadores al principio: sana. No había problemas en los sentidos ni en ninguna otra parte de su cuerpo, se olvidaron de los perdidos senderos, de los desconocidos cauces de nuestro cerebro. El mal de la niña se enraizaba en las últimas moléculas de su cuerpo. Perdidos entre resultados médicos paradójicamente esperanzadores y días irónicamente dramáticos, sobrevivíamos a la ordinariez de los comienzos de la vida de un enfermo. Dicen que para empezar a tomar el vuelo, hay casi que toparse con el suelo...
Meses más tarde, oímos hablar de un famoso neurólogo sevillano, al cual mantendré en el anonimato por no engrandecer su ego, ya que acertó en el diagnóstico, pero jamás en las formas. De manera despiadada, sin miedo a desmedirme en los términos, tan sólo con mirar a Inmaculada desde lejos, al observarla, la sentenció: Síndrome de Rett. No tardó en explicar de la manera más cruel la sintomatología de aquella extraña y desconocida enfermedad.
Inmaculada dejaría de hacer todo lo que hasta ahora sabía, se trataba de un retroceso imparable que no cesaría hasta el estado vegetal. Enfermedad exclusivamente femenina, afectaba a criaturas desde su nacimiento y hasta cumplidos los siete años, tras estos, no había peligro de que los síntomas se pusieran de manifiesto. Enfermedad producida por una mal formación genética en los primeros cromosomas, algo prácticamente insignificante pero de consecuencias demoledoras. La conclusión fue que Inma estaba cerca de una curación, pero de una curación milagrosa, un toque de barita, una chispa que la despertara del sueño profundo de inconsciencia, pero no se produjo.
Recuerdo el rostro desencajado de mis padres cuando volvíamos a casa de la lujosa consulta de aquel carnicero de cerebros enfermos. No olvidaré jamás el gesto de dolor que se mudó al rostro de mis padres, un velo gris que cubrió el brillo, como Inmaculada, vestidos de una misma tristeza entre perdida y a la vez,
dulcemente enternecida. Tras eso, sólo quedaba remontar un vuelo casi imposible. Mucho tiempo por delante para llorar, gritar, desesperarse y luego, reflexionar y llegar a la conclusión de que hay que seguir viviendo. Llegarían sonrisas, pero nunca como aquellas de paseo de verano, nunca como aquellas miradas tranquilas... hoy la bombona de oxígeno es un miembro más de la familia, somos especialistas en masajes cardiovasculares y mi madre casi es farmacéutica. Mi padre sonríe cuando puede y, siempre al mirar los ojos de mina de su hija.
La enfermedad ha cambiado todas nuestras vidas, son infinitas horas de dedicación diarias, de cuidados, de mimos, de atenciones, de besos tiernos, de intensas e incansables llamadas a sus manos, a sus ojos, a sus oídos... Y así será siempre, un incansable amor hacia lo que hoy sabemos que es un ángel. Una vida entera de dedicación, por sorpresa, por amor, por esperanza a sus frescas sonrisas, por la ilusión de mantenerla viva.

Saturday, December 23, 2006

Y fue así como llegó mi nueva Navidad


Y con la Navidad volvió internet, y con él la conexión, y fue así como pude volver a hacer lo que más me gusta: escribir. Los días prenavideños se suceden y sin darme cuenta me encuentro ante un 24 de diciembre inminente e ineludible. Este año me he propuesto olvidarme de la importancia de estas fechas, normalmente acaban siendo para mí un conjunto de sentimientos exacerbados entre la familia, el amor, el olor a dulzón de los licores, polvorones y turrones. Nada de esto me gusta, todo se viste de un cansino tono almendrado que difumina los perfiles de los seres que me rodean, se colorean de un aura navideña, y cuando los días pasan y enero se consolida en el calendario, y las fiestas se diluyen, como los hielos en los cristales , mi corazón se queda aún perdido, como flotando en polvos de almendra, en una eterna mañana de domingo, en pijama, con siete años... y al despertar, me veo un 7 de enero, adormilada, con veinticinco años y un frío desternillante al salir de la cama, un café, la prensa y de nuevo a vivir como una adulta. Se acabó la dulzura navideña, las sonrisas en masa, y los buenos deseos, parece que el "qué bello es vivir" sólo se usa unos veintitantos días antes de que diciembre se canse y nos deje un año más para siempre.
Y fue así como, sin miedo a equivocarme, decidí entender la navidad de otra manera. El día veinticuatro y veinticinco no serían esa cena importantísima, en la que sin saber por qué sentía un frío interno en el estómago, como si nunca más se fuese a producir de nuevo, ahora estoy cansada de ese dramatismo agotador, de esas miradas intensísimas, queridísimas; estoy cansada de un treinta y uno de diciembre que más que una nochevieja para mí, era la mayor y más importante cuenta atrás, el año se acababa y con él una nueva vida empezaba, importancia máxima a los últimos guiños, a las primeras llamadas, primeras sonrisas, sueños esperanzadores y esperanzados en esa señal que nunca apareció... pellizco de angustia en el estómago, copas y copas de champagne: fabuloso.
Ahora, entiendo y practico un carpe diem a mí manera. Viviré mi navidad de esa misma manera en que vivo el resto de los días del año, un día más, sin angustias que se conviertan en irracionales fríos y nudos estomacales, y todo ello producido por una simple razón: excesiva sensibilidad. Para mí, como aquel verso de Catulo "amo et odi", según el día, me adoro, según el minuto no me soporto. Y así será mi navidad 2006, especial porque cada café en casa lo es para mí, suprimiré de mi vista y olfato los empalagosos dulces y viviré solo el momento, increíblemente por una vez, y dejaré de pensar en universos no nacidos y en sentimientos escritos, susurrados, deseados y establecidos, sin miedo a que sea sólo por una vez, y nunca más, el último.

Tuesday, December 12, 2006

Tacones lejanos


Esta mañana tenía un par de reuniones muy importantes. Ducha hirviendo, café con mucha leche y algo de sacarina, una pequeña tostada de pan integral y entre tanto, la prensa digital. Vaqueros, jersey chocolate, bufanda extralarga, tacones de aguja charol verde hierba y un abrigo de mini lunares chocolates y verdes: fabuloso.
A las once, tras ojear la agenda, me acercaba a los estudios de la MTV para ultimar los detalles del spot de navidad de Amapolas. Relentizar algunas imágenes, reelegir otras tantas, entre las que aparece el emisor de esta nota, y, por último, grabar el audio. Sí, este año mi voz acompasará la campaña de marketing. Increíblemente divertido. Este asunto lo fue más porque trabajaba con un amigo, alguien que disfruta de su día día y que sonríe cada segundo. Se convirtió en mi improvisado profesor de audición. En la mini sala de grabación, forrada por lo que parecían cartones de huevos, tan reales que busqué en un despiste alguna pincelada amarillenta, me encontraba, con unos enormes cascos, estos sí, amarillos y un giganteso micrófono. Me advirtieron de la sensación de escucharte a tí mismo, era desconocida para mí, a excepción de alguna grabación casera... Al oirme, es como si hubiese viajado en el tiempo, me escuché como cuando hice la primera comunión y leí aquella segunda lectura. ¿Mi tono de voz se había estancado en un timbre de niña de nueve años?
Pasados los minutos, me fui acostumbrando, no sin llevarme algún que otro asombro. Aprendí a modular el tono, a narrar con voz de ultratumba, seductora, de político y hasta como una oveja. Un mundo desconocido para mí, una parcela borrosa sobre algunas sensaciones, nuevas, que me empiezan a deslumbrar. ¿Quién sabe? Quizá algún día Sarah Jessica Parker me elija para ser su doblaje en Sexo en Nueva York, una nueva edición...
Mañana, sobre las diecinueve horas se emite el spot. Libre albedrío para mis crític@s. Intentaré colgarlo a a&p, para que los extranjer@s también opinen, y por supuesto, disfruten del espectáculo.
Tras casi tres horas en el estudio de grabación, dejar todo ajustado y aprobado, me monté en mi automovil y me puse en camino a la siguiente cita. Destino: Hotel Atalaya, almuerzo de negocios.
Me bajé del coche un cuarto de hora más tarde, subí casi volando la escalinata, me reordené mi alocado flequillo por el viento, pellizco en las mejillas... paso al frente. Mientras recorría el vestíbulo aprecié que el salón estaba prácticamente vacío a excepción de los comensales que me esperaban. Y fue justo cuando al atravesar el arco de la puerta del comedor, cuando todos y cada uno de los integrantes de mi reunión se habían percatado de mi presencia y empezaban a levantarse muy educadamente, fue entonces, cuando mi tacón de aguja decidió mudarse para siempre a la rendija de la puerta. Mi cuerpo entero se abalanzó hacia delante, al compás de mi movimiento, y mi pie enraizado en mi tacón, y mi tacón absolutamente inamovible, el efecto fue... como un boomerang, de alante a atrás, y de arriba, al suelo, de repente, y para siempre, al menos, por minutos. No recuerdo más.
En realidad, sí. Recuerdo que no podía mover mi pierna derecha, una torcedura leve de tobillo. Recuerdo que todos se abalanzaron al instante en torno a mí, junto con el metre y el camarero, recuerdo que no podía levantarme, y cuando alcé los ojos ví reflejado el intensísimo rubor de mis mejillas en los ojos de cada uno de aquel improvisado equipo de urgencias, y alguna que otra sonrisilla velada...
Un minuto y medio más tarde, decidí volver a recolocarme el flequillo, pestañear y sonreir, levantarme y disponerme a probar el delicioso rioja que me esperaba en una copa que tintineaba al final de la sala, eso sí subida de nuevo, en mis tacones. Y fue entonces, cuando encendía un cigarrillo y paladeaba aquel tinto, cuando recordé que mi mentora, Sarah Jessica, también padeció algún episodio de ese tipo, por todos es conocido su comentadísimo resbalón en el desfile de Dolce&Gabanna. Tras esto, más tranquila, y tras un almuerzo estupendo, un café y un martini ausente, porque nunca bebo en el trabajo, volví a Amapolas, y hasta entonces, en el coche, no podía dejar de pensar en lo mucho que me apetecía contaros mis peripecias. Así es, en primicia, en vivo, hoy más que nunca: porque detrás de una caída, siempre hay una subida, y... ¿qué importa si te caes? si lo que realmente importa, para mí, a día de hoy, es saber que al instante, estaré de nuevo en pie, con o sin tacones.

Sunday, December 03, 2006

Agenda, 3 de diciembre: día Internacional del Discapacitado


"El 3 de diciembre de 2006 se celebra por noveno año consecutivo el Día Internacional del Discapacitado, una iniciativa impulsada conjuntamente por la ONU y la Comisión Europea que tiene por objeto conseguir que la discapacidad se tenga cada vez más en cuenta y que se aúnen esfuerzos en pos de la dignidad, los derechos y el bienestar de las personas con discapacidad. Es muy frecuente que estas personas no tengan acceso a la educación, al mundo laboral o a la oferta cultural. Esta exclusión social "de facto" no solo es inaceptable, sino que además va en detrimento de nuestra propia sociedad en todos los aspectos de su vida política, social, económica y cultural.
La accesibilidad en las tecnologías de la información, o e-Accesibilidad (es decir la accesibilidad electrónica o lo que es lo mismo, que todos los contenidos de la Red puedan ser accesibles para todas las personas, sea cual sea, su discapacidad) es el tema elegido en este año 2006. Las instituciones y empresas trabajan en la actualidad para promover la accesibilidad y la desaparación de barreras arquitectónicas con el fin de facilitar la vida diaria de las personas con discapacidad, así como conseguir su integración tanto social como laboral.
Con motivo de la celebración de este día, organizaciones, fundaciones y diferente colectivos de todo el mundo que trabajan en el tema de la discapacidad, realizarán diversos eventos con el objetivo de hacer llegar un mensaje a la sociedad: "no debemos de olvidarnos de trabajar por la accesibilidad global". Se reclama la atención en la necesidad del acceso a las nuevas tecnologías de información y comunicación como derecho humano fundamental.
Actualmente hay más de 500 millones de personas en el mundo que padecen alguna discapacidad de tipo física, mental o sensorial es decir, aproximadamente el 10% de la población mundial, y se calcula que 8 de cada 10 vive en el mundo en desarrollo.
Naciones Unidas quiere concienciar a los gobiernos, entidades privadas y a todo el público en general de los beneficios significativos para las personas con discapacidad y para toda la sociedad cuando tienen el poder de un acceso incrementado a las tecnologías de la información.
En Europa el lema para este día es "Juventud=Futuro. Hagamos un futuro igualitario para todos".

Tras la entradilla de índole periodística, por dotar mis letras de un tono informativo ocasional, diré que es la primera vez que realizo un "corta y pega" sobre alguna noticia. En este caso, la ocasión lo merece, y no es por la calidad del periodista que redactó la noticia, sino por apuntar que la ONU aún funciona, y no sólo eso, sino que, en ocasiones, se acuerda de que las diferencias siguen existiendo. Mi mensaje de hoy no consiste en llorar por los males del mundo, sino en concienciarnos en facilitar a cada persona en lo posible una vida más fácil al minusválido, al emigrante, al guapo, al feo, y/o cualquier otra diferencia absurda que se nos pueda ocurrir.

Creo que en los tiempos que corren, y con los episodios que nos preceden, no debería existir un día oficial por el discapacitado, debería estar superado ese arranque de caridad hacia el prójimo, no debería ser celebrado un mensaje global en pro de tecnología de la información al alcance de todos, y cuando digo todos, quiero decir, hasta el sector discapacitado. Señoras y señores, el mundo avanza pero a pasos lentos, lentísimos... No obstante, hoy los humanos sanos nos podemos regodear pensando que nos acordamos de los sordos, paralíticos, ciegos y vegetales...

Ya tiene la humanidad algo más que pedir a sus majestades los Reyes Magos, y la ONU una nueva enmienda: incluir a los tarados en los parámetros de vida de los "normales".
Feliz Diciembre, para todos.

Thursday, November 30, 2006

la ciudad de la ventana


Y desaparecí tras los velos nerudianos... amanecí en Barcelona. Sobrevolé la península, entre algodones. Sin miedo a ruborizarme, diré que mi primera experiencia en avión ha sido fabulosa. Cierto es que el viaje de negocios era obligatorio pero también es cierto que yo soñaba la noche de antes con pisar la pasarela móvil, facturar las maletas, acariciar la chapa que roza el celeste... conseguir un asiento junto a la ventanilla...
Así fue, a las cinco y media de la mañana, abría mis ojitos, tomaba el primer café de la mañana y tras una ducha de agua hirviendo, me enfundaba mis tacones, falda estrecha y rizos al viento, a caminar...
No faltó detalle al viaje, hasta tuvo su momento friky, conocí a Chiquetete, el cual me confundió con una periodista por la manera intensa en que lo miraba, yo me le tranquilicé diciendo que no, aún no trabajaba para la prensa. Casi nieva en la ciudad y el aire renovado por la cercanía del Pirineo me refrescaba la cara, mi nariz congelada andaba armónica con los labios extra "rouge" por el frío y un lápiz de labios sensacional.
Las citas de negocios evolucionaban rodadas y yo sonreía cuando el momento lo permitía, pensando en el paseo por Las Ramblas que me esperaba por la noche y mi cigarrillo, y un coctel tras la cena, y también, soñaba en volver a casa, nada huele mejor que tu propio hogar, y nada mejor para apreciar ese perfume tan especial como dejar de olerlo durante unos días.
No tengo mucho tiempo, podría escribir líneas y líneas rememorando los edificios modernistas que ví por primera vez cuando tenía dieciocho y que me había pasado viendo una vida entera en libros y enciclopedias. Podría escribir todos los sueños de mil y una vidas que podría vivir en esas mansiones redondeadas por el aire y el cincel barcelonés, sueños eternos de segundos... Podría decir muchas cosas, pero quiero terminar con el recuerdo con el que ayer me marché a la cama. Cuando tras una larga cena y un gintonic de postre, volví al hotel, abrí la ventana y me dejé enfriar, una vez más, la cara con el aire escarchado de la tercera planta del hotel. Divisaba la playa y sólo pude recordar cuando hace dos años, en la misma posición, en pijama, divisaba la costa preciosa de La Coruña. Había viajado con mi anónima amiga a impartir nuestra primera comunicación literaria. Tiempos felices, tiempos literarios y de letras, tiempos de sonrisas, tiempos de sueños... ahora ya es tiempo de empezar a vivir el sue, al menos por segundos diminutos, eternos... quizá uno de estos días fríos, secos, sin nieve, en Córdoba, quizá la caricia de la sal perdida de nuestro río, nos ayude a rememorarlos todos y dejar las nubes, que ya sé lo que supone viajar en los aviones.

Monday, November 27, 2006

promesas de Neruda

Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.

Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.

Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.

Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.

Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.

El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.

Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.

Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.

Monday, November 20, 2006

noviembre






Señoras y señores:


Mis sinceras disculpas por la dilatada ausencia que me ha separado de vosotros, de mi entretenimiento preferido y del placer que supone para mí conocer que vuestras adolescentes pupilas se pasean alegres por mis letras.
Parece que este otoño se contonea rápido, los días se suceden casi sin sentirlos y las ansiadas noches pasan como el humo de mis cigarrillos. Increíblemente, noviembre, uno de mis meses preferidos, se agota sin yo poder evitarlo, cuando antes se dilataba lento en los segundos de un otoño frío y lluvioso, eterno noviembre de estudiante, de sueños prenavideños, de luces veladas y días redondeados con lápiz rosa.
Ahora los meses se hacen adultos sin pensarlo, adolescentes precoces, niños viejos, reyes por un día. La navidad se asoma a los cristales, enamora las calles, seduce al euro y sigue entristeciendo y aburriendo de la misma manera a los mismos de siempre, así se vista del eterno rojo o se disfrace de un rosa que aún no creo que le siente. Ahora toca pensar qué hacer en vacaciones, qué adornos comprar para el árbol de este año, elegir sonriente los turrones y dulces empalagosos propios de la época, un vestido imposible para nochevieja, una fiesta glamourosa, una aguja en un pajar, reunir a la familia, a los amigos, y seguir sonriendo veinticuatro horas, ser amable constantemente aunque cueste, difundir el "feliz navidad" y decidir qué escribir en el documento más importante del año: la carta a los Reyes Magos.
Aún no puedo decir nada de la mía, hoy mismo un amigo me recordaba que todavía no había decidido mi lista... Este año será interminable, más grande que nunca y, por primera vez en mi vida, será pública. Pocas personas han leído tan preciado documento a lo largo de mi vida, mis padres siempre, el rey Baltasar siempre y ahora vosotros, en exclusiva, en un mes.
Hasta entonces, intentaré pasar desapercibida en mis comentarios, recostarme en el anonimato de mis escritos y desaparecer bajo máscaras que pueden resultar más que divertidas.
Espero que cuando leaís mis esperanzadas palabras dentro de poco, en la edición navideña de a&p, os animeis a escribir también las vuestras, nunca se sabe, quizá internet este año sea la llave a una vida de sueños, el rey mago del siglo XXI, pero de una vez y para siempre, reales, que los sueños, como dijo el mago de la palabra, "sueños son",y para inamovibles ya están otros, ya tenemos a Acebes para parar el tiempo y a Bush para prohibir e impedir lo imposible... ¿será posible abrir este año la caja de los sueños?
Atentamente,

Majo Caracuel.

Tuesday, November 07, 2006

Plaza Cardenal Salazar, Córdoba

Llueve, llueve y llueve. Veinte grados en el termómetro. El invierno por fin ha llegado.
Recuerdo cuando no hace mucho, quizá un par de años, las cinco de la tarde en este noviembre lluvioso, se traducía en citas en biblioteca, café cortado, té con leche, donuts blancos... cigarrillo de niña mala, libros amontonados en los huecos de los gigantescos y frios ventanales de la facultad más idílicamente universitaria: Filosofía y Letras.
Se dibuja en mi rostro una sonrisa cuando recuerdo fresco, la gélida brisa de sus pasillos, la madera cuarteada y toqueteada por los siglos, los pasillos amplios, los rincones oscuros, los techos altos, las salas con historias de fantasmas, los bedeles desentendidos y el patio con la fuente y los naranjos, contundente, a la entrada, como enmarcando un paisaje machadiano.
Banderas de jamaica en las mochilas, melenas de modernos reinventados, libros escondidos en estanterías perdidas de libreros huecos, que acogen viejas ediciones de saberes griegos. "Lapesas" multiplicados, ediciones de Gredos, atlas lingüísticos desfasados, Borges, Cervantes y el eterno Góngora como una sombra oscura y altanera, que amedrenta a todo el que se le acerca. Tardes eternas y leves, segundos recontados, cigarrillos de cinco minutos reconvertidos en descansos de medias horas secretas u olvidadas en horarios cuadriculados.
Frío entre las chinas de la superviviente judería cordobesa, olor a churrasco en las aceras, llovizna limpia entre los cantos de las calles viejas, lúgubres farolas y una iglesia que nadie supo en cinco años si aún se rezaba en ella.
Recuerdos fugaces pero eternos en mi memoria de enamorada de las letras, sueños de catedrática de lenguas muertas, de aquella facultad que me regaló mis primeras sonrisas adultas, mis ilusiones eternas.

Thursday, October 26, 2006

antioxidante


Obras en la calle de al lado. El gris otoñal se muda a las aceras, polvo por las esquinas y ruidos vespertinos. Los cascos de protección son las pamelas del desfile de individuos desconocidos cuando temprano hago que paseo por las calles. Un viejo edificio derruido parece una vieja mujer desnuda. Cortinas floreadas destintadas, olvidados huecos forrados de azulejos crema en los que adorar algún almanaque publicitario del que ya sólo queda un dibujo decolorido y un diciembre caducado. Carrito de la compra de cuadros rojos plastificados, zapatillas negras de toalla, platos y vasos de vidrio grueso, flores de plástico en la nevera, pan blando para combinar con las velas que aún esperan un corte inminente en el que demostrar su carrera.
¿Por qué escribir de una vieja? Porque todos algún día seremos como ellas. Creo que lo más fantástico que puede ocurrirnos al envejecer es perder la cabeza. Recuperar la locura, es como poder vivir una segunda juventud. Quizá un loco jubilado sea el énves de un adolecente recién despertado. ¿Qué cartas quedan aún por levantar cuando se cumplen los setenta y tantos? Viajes de autobús, excursiones de jubilados, hogares patéticos, jardines de hojas de plástico, partidas de dominó, pérdidas de memoria, gotas de orina...
Prefiero perder mil veces mi cabeza y perderme mi vejez a padecerla golpe a golpe, cada día. Prefiero olvidar cada libro leído de un plumazo, como un apagón tremendo, a que mi cerebro se deshidrate "piano piano".
Porque ya también se habrán agotado las sentencias de viejo y el viejo libro de recuerdos, la búsqueda del consejo, las cremas antiarrugas, porque ya te sentirás mal si tu pelo cano no deslumbra como la luna llena a los enamorados, como la niebla en febrero, y que tras una vida, sólo sienta míos, sólo me reconozca en unos ojos verdes de recuerdo, perdidos detrás de mi espejo, vivos, pero no por mucho tiempo. Preferimos vidas cortas, juventudes eternas, fármacos antioxidantes, no deseamos rostros plastificados, yo quiero un corazón joven, ojos brillantes hasta el día en que la vida me despiste, el resto de mi vida, alegria de merienda a la salida del colegio, y risas con olor a juguetes nuevos.

Sunday, October 22, 2006

estereotipos

Cada partícula del universo es relevante, pero... ¿todas o sólo pura controversia? ¿Nos importa el tipo de partícula o el desconocido interior que la sustenta?¿Qué nos gusta de Otelo?¿las letras o su autor?
"¿A quién le impora el cutis que tuvo Shakespeare?"Así habla Benjamín Prado en el Semanal de El País de este fin de semana. El madrileño aboga por derruir de una vez y para siempre los estereotipos. Prado se aleja por instantes de su particular estereotipo de escritor desinhibido y liberal para recordarnos que la belleza sigue estando en el interior. Aunque no exactamente, y estoy de acuerdo, no es el interior donde vive, vive en ese aspecto mas auténticamente humano, singular y particular del individuo, eso que nos asemeja a los perfumes, ese algo que nos hace adorables o abominables.
"La imagen no tiene por qué ser un inconveniente para triunfar, ni si quiera un condicionante. Hitchcock hacía sus películas a base de bellas rubias, y Buñuel, con personajes grotescos. Es estúpido asociar la belleza al éxito"
Razonable, pero...¿por qué entonces pensar en éxito generalmente es pensar en algo bello? Quizá es porque todos estamos y vivimos en un mundo colmado de estereotipos. El mayor de ellos radica en nuestro propio entendimiento, en cualquier significado y significante, en la idea que tenemos de las palabras, porque el éxito, aunque queramos disfrazarlo de cruel, egoista y despiadado, es bello, sigue siendo bello, se enferma, se degrada quizá, por otros aspectos, pero la esencia sigue siendo interesante y apetecible para cualquier perfil humano, ya sea griego o un tanto menos perfecto.
Cuando Benjamín Prado se pone de perfil sonríe, porque conoce la pregunta de rigor. "La respuesta: no cambiaría un ápice de su imagen, pero si en algún momento le dejase de agradar, desfilaría por un quirófano sin dudarlo. No entiendo por qué es malo cambiar algo que desagrada. La libertad mayor es conseguir estar cómodo consigo mismo. Si la felicidad se basa en estar a gusto, no puede ser malo operarse... siempre que se trate de mejorar la autoestima".
Como a todos le gustaría salir inteligente en las fotos y guapo en las respuestas.
Nada mejor que la belleza, la belleza es bella y por eso se ha adorado durante siglos, desde los orígenes, el hombre intentaba fijar lo bello, lo atractivo con rudimentarios medios. ¿Por qué tras siglos de prácticas evidentes queremos cerrar los ojos a lo evidente?
No hablo de un canon, hablo de una belleza eterna pero diversa, la belleza no está en una nariz perfecta, sino en adivinar por qué esa o cualquier otra consigue modificar la percepción que alguien tiene de las cosas. Esa es la belleza que me gusta y me enamora.
Benjamín Prado saltó al ruedo literario con Raro, una novela que conoció un gran éxito en España e Iberoamérica. Cuatro años más tarde, en 1999, obtuvo el XIV Premio Andalucía de Novela por No sólo el fuego. Autor de varios libros de poesía, acaba de relatar su amistad con Rafael Alberti en A la sombra del ángel.
Esperamos que su obra mejore su perfil, y que su talento siga eternamente bello.

Thursday, October 19, 2006

mejor en polvo


Resulta interesante llegar a la conclusión de que cuestiones de alto nivel metafísico, esas que durante siglos han colmado los pensamientos de generaciones y siempre afectando incansables, como golpes de reloj, de ese mismo modo incesante, pueden llegar a simplificarse y darte cuenta que quizá puedan ser solventadas de otra manera, tan simple como tomarse un vaso de leche. Y es que de tazas, de leche y de dulces va el tema.
¿Hay algo más dulce que el amor? ¿Un bombón? Siempre que no sea de chocolate amargo, la mayoría estaría de acuerdo, siempre que no se me incluya en la mayoría, porque aunque sea difícil de creer, hay gente a quien no le gusta el chocolate, pero no por ello, el dulce, ni tampoco lo que aquel conlleva.
Esta tarde hablaba con una amiga, conversábamos sobre las cosas sin importancia, sobre como las cosas más triviales, a veces, se vuelven fundamentales. Ya lo dijo nuestro amigo Bunbury, no hay nada mejor que una simplicidad para conseguir las mejores y más intensas sonrisas. Las conversaciones de amor y de amantes son muy complejas, aunque el tiempo demuestra, que normalmente la solución más simple, suele ser casi siempre la correcta.
Me decía mi anónima amiga que la gente dice que el sexo es un sustitutivo del amor. Esto hay que explicarlo, nada puede sustituir el sexo, sobre todo, cuando es bueno, pero sí es cierto, que la gente se cobija en el sexo cuando se imposibilita la tarea de encontrar esa oveja que puede convertirse en tu pareja. Pero, ¿y cuando falta el sexo? Cuando escasea el segundo plato, el mundo no se acaba. Siempre queda un tercer plato, una ventana que queda siempre entreabierta para los más necesitados, para esa urgencia descalificada, una opción políticamente correcta, que no acarrea problemas de conciencia ni rubores sorpresivos, ni reflexiones al día siguiente, ni compromisos no deseados, ni siquiera necesita un cambio urgente de lencería, y esa piedra filosofal es el chocolate.
Sí. Ese placer de color marrón que cruzó el charco hace un tiempo, droga para algunos, condena empalagosa para otros, cola cao para los tímidos, sin leche para los apasionados, para enloquecer con almendras, y blanco para los que gustan los disfraces..., y, en polvo, para los clásicos.
En fin, el chocolate es el mejor sustitutivo para el sexo, así está considerado. Abalado por innumerables películas, el cacao al igual que el helado de pistacho es el mejor consolador, enamora nuestro paladar y le regala el más placentero chupetón, caliente y frío, único y sólo tuyo, aterciopelado, crujiente, cremoso, irisado, en filamentos, en gotitas..., el formato a gusto del consumidor. Sólo tiene un problema: es una máquina de producir calorías, aunque aplicado en el trasero es uno de los más potentes anticelulíticos, un auténtico partidazo.
Y es que la zona M, aquel recién inaugurado corner amapolado, os invita a sorbitos de chocolate caliente a tono con este otoño apasionado que ha llegado de repente, con esta lluvia que me hace sonreir, para tomar en tacitas de porcelana beig, como sacadas de una novela de Jane Austen.
¿Quién da más? Chocolateados, entre lluvia, sin el odioso sol amarillo, nos pasamos a la terracota, a los marrones, a los verdes perdidos, a tendernos en el musgo. Sonrían que ha llegado el invierno y nada mejor que disfrutarlo tendiditos bajo las mantas.
Prblema resuelto. Que ya no quedan secretos ni problemas irresolubles, y en el amor, o mejor, en la calentura de los sentidos, el enfermo se cura con derroches de cacao. Terriblemente afrodisíaco.
¿Y después? Después, eso de cada oveja con su pareja, o, al menos, reunión de ovejas, perdón, de parejas.

Sunday, October 15, 2006

en el país de las maravillas


Tempus fugit. Un topicazo lapidario, nadie inventa nada cuando lo utiliza, ni yo tampoco, por ello, si todos somos tan conscientes del paso del tiempo, ¿por qué nos repele percatarnos del paso de los segundos en nosotros mismos?
¿Somos narcisistas o se trata de una cuestión de supervivencia?Hay quien no le interesa, pero ¿es real? ¿Por qué hay quien "esculpe su cabello" y quien no sabe a qué pelos nos referimos cuando hablamos de "cabello"? ¿Somos animales ávidos de junventud, nos regimos bajo la ley del más fuerte, o somos humanos enamorados de la belleza del "número pi"? ¿Existen de veras los despistados?
El concepto de perfección, equilibrio, es ambiguo, pocos estarían de acuerdo en acompañarlos de un mismo concepto, quizá esa asociación arbitraria que hacemos de los términos y referentes los usuarios de la lengua, sea la causante del perspectivismo humano. La obsesión dicen es una enemiga disfrazada, se pasea vestida de perfección y nada, o casi nada es perfecto, difícil de conseguir. Otros dicen que la obsesión es buena, ayuda a conseguir los objetivos. No hay nada más potente que una obsesión viva en la mente. Y con estos precedentes, hablar de la belleza como ente no desvela soluciones tampoco, las hay de muchos tipos y de diferentes materias, incluso puede ser interna. Nos atrae lo perfecto y lo imperfecto, nos atrae Miguel Angel y el desequilibrio aparente de Picasso. ¿El hombre de Vitrubio o el hombre de tu vida?
Ayer cuando parpadeaba bajo mis gafas púrpura en un tuburio de la ciudad me di cuenta que mi concepto de belleza era dificil de encontrar por estos parámetros en los que merodeo últimamente. Hay que conocerlo todo para poder hablar de todo. El olor a tabaco resurgía de las paredes de un color indefinible. La música se perdía entre punteos horteros de un rock que ya no se lleva. La gente se movía de dentro para fuera para tomar aire, y no ahogarse con los cigarrillos de la marabunta humana que allí se congregaba. Y yo me preguntaba, cuál era el objetivo de aquella macro reunión. Llegué a cuestionarme si no me estaba perdiendo en mí misma, opino que mis creativos y privados mundos imaginarios no me están beneficiando mentalmente. Últimamente, me estoy convirtiendo en la protagonista de mi cuento preferido. Como Alicia, me sentí pequeña en una casa gigante, a punto de ser pisada por aquellos individuos humeantes.
De repente, un antiguo conocido me rozó el hombró intentando llamar mi atención, me saludaba con los dos besos estipulados y notó mi actitud despistada, mis ojos semi cerrados, mi copa casi agotada de té verde helado..., y cuando le exponía mis razones de cansancio, mi semana agotadora, mi falta de tiempo, y mi opinión sobre aquel lugar,que más que animarme, me adormecía sin yo poder remediarlo, me interrumpió casi atragantado por un enorme sorbetón de su copa de whisky barato, que quizá es que me estaba haciendo mayor. "Los años no pasan en valde", fue su estelar frase, y así desapareció entre la muchedumbre.
Pero, ¿cómo alguien que tiene veinticinco años puede ser mayor? ¿y cómo puede acusarte de esto alguien que te lleva otros tantos? ¿qué sentido tiene si mi rostro de leche parece que se renueva a cada uno de mis parpadeos?
Mi supuesto problema de vejez no está en mis veinticinco años, ni en que ya no beba tantas copas, ni en que no sienta perder el sentido cada sábado, ni en que me apetezca irme a la cama a los dos de la madrugada. Mi problema es que siento que mucha gente no evoluciona a mi ritmo, y no evolucionar, para mí, es como un caudal de agua que de repente queda estancada. Lo que no me renueva, me mata.
Quizá sea que mi evolución camina en otra dirección.¿Qué me está ocurriendo? ¿Mi mente envejece a galope o es que me estoy perdiendo en mi propio mundo de ideales, de letras recortadas, de ediciones soñadas, de imaginación, de sueños irreales?
¿Por qué hay gente que no sabe aún que se pone en una estantería? ¿Por qué si sugieres como objeto "libros", te dicen que ya tienen la enciclopedia Larousse? ¿Por que últimamente la mayoría es marrón?
Por eso y por mil y una cosa más, prefiero ser una rara entre mi grupo humano, porque no me interesa el adejetivo "normal", porque me encanta bucear horas en mis libros, y ya casi no me importa que nadie entienda por qué quiero leer a Amy Tan. Por eso el concepto de belleza es tan distinto para el humano y más aún el de equilibrio, yo me quedo con el mío, sólo mío, y prefiero vivir en mi mundo inventado que mudarme a las coordenadas del almacén de descatalogados. No busco nada en especial, sólo algo de originalidad que sea capaz de rescatarme de mi mundo virtual. Y lo encuentro. Y es mío. Sólo mío.

Monday, October 09, 2006

avance informativo


Queridos lectores:
¿Conoces esa famosa foto de principios del siglo pasado en la que unos obreros almuerzan sobre una viga de hierro gigantesca y a miles de metros del suelo? Construían Manhattan y estoy segura que sobrevolar ciudades no producía un dolor de espalda tan horrible como el mío.
¿Sabe alguien la sensación de estar cogido como por un gancho en la espalda, como si fueses un trapecista, pero sin equilibrio? Caer una y otra vez a la red, en diversas posiciones como un muñeco de plastilina.
La comparación es muy jugosa, metafórica pero, no es real, o sí. Hoy me siento igual que ellos, pero de verdad, nada de caídas mentales, sentimientos de ruleta... hoy mi espalda adolece de su bien erguida rectitud, y me siento alicaída.
Tras el parte médico, anuncio para mañana noticias frescas aunque no sé si podrán ver la luz pública, se casa una famosa pareja sevillana, boda de postín al medio día, a la cual a&p está invitada. Prometo contaros al menos en que consistieron los entremeses.
Por otra parte, ayer fue el cumpleaños de dos muy buenas amigas, la una está en la ciudad y la otra algo más lejos.
No sé si será el tiempo, el otoño, el amarillo o ese día a día lleno de horas impasibles, lo cierto es que las semanas pasan, y ni mi agenda magenta ni la suyas se ponen de acuerdo para una cita fugaz de aquellas que el año pasado disfrutábamos entre cafés, compras y segundos robados a clases atenienses o guiños biliotecarios.
Veinticinco añitos cumplen mis "M.J", y ahora, todos más adultos y ocupados que nunca, parece que el trabajo o el deseo de conseguirlo, nos han borrado por segundos eternos las sonrisas que poblaban a veces más, a veces menos, nuestras boquitas de filológuillas estupendas.
Para mis amigas y colaboradoras de a&p, la dirección os envía un ramo de rosas, bomboncitos caja roja y sobre todo una agenda nueva para todas, completamente blanca y anhelante de compañías femeninas y entendidas en letras.
Suprímanse los malos entendidos sobre el tema, que en este grupo no queda títere que no esté casada o por casar, y ante esto, y para terminar, anuncio otra boda inminente. Nuestra Deke de toda la vida se nos casa. Se espera que sea una boda de invierno, pero que la pareja caldeará con los latidos enamorados de los Romeo y Julieta más tiernos y sinceros de la temporada.
Lo siento, compañera de fatigas, la exclusiva era mía. Chicas, ahora sí que hay que comprarse el vestido.
Y entre tanto, para las casaderas, se inaugura un nuevo corner en Amapolas, se llama "ZONA M" y está poblado de artículos bermejamente amapolados. El fin de semana estáis todos invitados al cóctel. Tacones obligatorios. Post scritptum: precios interesantísimos.
Hasta mañana. Me despido, nos despedimos, a&p al completo hasta el domingo, día de redacción, y de reflexión.
Saludos cordiales. Disfruten del puente, señoras y señores.

Sunday, October 08, 2006

vuelo de violetas


Domingo de nuevo, últimamente este es mi día E, o sea, el día de la escritura, en el que puedo dedicar unos minutos, a veces más, a veces menos, para hilvanar palabras armonizadas. Tengo mucho que contar y sin embargo, el resumen de la semana se torna dificultoso.
Nunca me gustaron los resúmenes, prefiero los relatos aún más cortos, y si no, disfrutar de una narración dinámica pero a golpe de reloj, como en Memorias de África, cuando contaban cuentos al amor de la lumbre.
Los días han rodado, y los minutos se agolpaban rápido, algo increíble con este tiempo de aburrimiento. Ha pasado el fin de semana de la Aurora y siguen sin estrenarse los anhelados abrigos. Recuerdo que quizá sea demasiado utópica mi adoración al invierno, hace unos cinco años se compraban nueces y castañas en esta zona y la gente aún llevaba chanclas. O sea, quizá no sea que este invierno se esté haciendo de rogar, posiblemente sea mi ilusión decadente la que necesite de una luz más fría.
Ahora he decidido cambiar el decorado de mi rincón más íntimo, el mío y el de todo mortal medio normal, mi dormitorio. Adolecía de dulzura y ahora, renovado, es como uno de esos jardines naturales, esas pinceladas violetas que la naturaleza nos regala con aroma a lavanda. Cambié el tono de las paredes, ahora sonríen como un ramito de violetas, y el leve candor que las mantiene se madura con unas organzas color canela y una terrible y adorable seda rosa. El rosa es como una droga para mí, algo absurdo e irracional que no puedes dejar, ese es mi patético color preferido.
Y a tono con todo esto, junto a mi candil, como acariciando la almohada, mi nuevo libro: Un lugar llamado nada. La autora, Amy Tan. Es la autora de siete libros, entre los que destacan El club de la buena estrella, Los cien sentidos secretos y La hija del curandero, y, también, de ensayos y relatos breves que han sido publicados en numerosas revistas y antologías. Recibió el Common Wealth Award en 2005 y ha sido finalista del National Book Critics Circle Award y del Orange Prize. Sus obras han sido traducidas a treinta y seis idiomas. Esto es lo que más me interesa, sus palabras deben ser leidas si tanta gente desea pasearse por ellas. Por ello, y por ella me animé a dejar Occidente y viajar a los albores de la cultura, a las raíces más antiguas y descubrir qué hay más allá de Europa.
Isabel Allende ha dicho "Amy Tan ha creado una aventura casi mágica que, página a página, se convierte en una metáfora sobre las relaciones humanas".
Yo digo que la aventura está siempre espectante, aparece cuando menos se la espera, es como una damisela disfrazada, como un secreto sentido y de repente revelado, y para mí, hoy, bañado de lavandas, una límpida y fresca pincelada de violetas.

Sunday, October 01, 2006

de rojo inesperado


Uno de octubre, un nuevo mes, nuevos y más leves atardeceres. Nuevas noticias, días inexperados. Van Gogh se autorretrató a sí mismo y su retrato sigue siendo hoy revelador. Pelirrojo, ojos menudos, "domine cabra" a la alemana, hoy de actualidad más que nunca.
Hace unos días recibí noticias de la visita a nuestro show room de una pareja de futuros recién casados, anhelantes de hogar, en busca de telas con que vestir el nidito de amor. La pareja pasó desapercibida a mis ojos, yo misma pasaba por allí, les saludé sonriente, y como a un par de desconocidos más, se almacenaron en mi memoria, para pasar a ese baúl de recortes memorísticos aleatorios que nuestra mente posee, y que inesperadamente, a veces, toman vida para formar parte de algún episodio presente, más que novedoso.
Días más tarde, como un virus medieval, la empresa adolecía de bajas personales, estómago, dolores, infecciones, resfriados... el personal se marchaba durante un tiempo para reponer sus no muy saludables cuerpos, al parecer. Esperamos ansiosos su repuesta salud y su vuelta a casa y al trabajo. Pues bien, a tono con las bajas, el trabajo se multiplica y toca cubrir huecos. En mi caso, un par de días cambié la contabilidad, los bancos y el todopoderoso IVA para reunirme una vez más con las telas, mi segunda piel, 24 horas rodeada de seda y mi adorado terciopelo. Entre tanto, los clientes iban y venían y entre ellos, la pareja semiolvidada, semisaludada. Les reconocí por la galopante alopecia del caballero.
Cuando acariciaba el terciopelo color hielo que pretendía venderles para el despacho del nidito, el joven, que, aún calvo, no parecía superar los treinta, me miró fijamente a los ojos, y me llamó por mi nombre, asentí sorprendida y rápidamente le pregunté cómo lo sabía. Yo no lo había visto nunca, y sin embargo, él me conocía. "Efectivamente, me llamo Majo" respondí, y a continución, el dijo, eres María José Caracuel, y la dueña de todo esto.
Todo tomó sentido cuando fugazmente recordé el nombre del curioso cliente, se llamaba Samuel, así se había presentado cuando al principio había anotado sus datos para la venta. Un nombre no demasiado común, y un tanto sugerente cuando me confirmó su procedencia: un pueblo cercano, cuyo nombre empieza por "a" y acaba por "ar".
No podía creerlo. Era él, el de siempre, aquel personajillo pelirrojo, de gafas menudas encajadas en sus diminutos ojos. Pero, sin embargo, no lo parecía. Consciente de su antiestético aspecto anterior, había decidido mudar la piel, suprimir la decadente y rojiza cabellera por un rapado total, las gafas ya no estaban, sobrevivía a los objetos, ahora desdibujados para él por falta de unas cómodas lentillas y arrugaba su vista a cada paso para reconocer los contornos de lo que no estaba muy lejos de su nariz. Y..., había engordado, nada quedaba ya de aquel pequeño saltamontes escualido, parece que hubiera ingerido ingentes nutrientes por día y estos relucían en unos brazos y estómago más lustrosos.
No tuvo reparo en explicarme sus andadas cuando comprobó que ya estaba actualizado en mi memoria. El ex novio de mi amiga A.Y. resulgía del pasado cual ave fénix.
La actualizada novia, sin embargo, fingía una sonrisa comprensiva y a la altura de los tiempos, aunque no era dificil entender que aquella conversación incipiente le molestaba. Sálían a relucir antiguos amores, antiguos rencores, relatos amorosos, que no sé por qué en algunas parejas, así pasen veinte años, se mantienen vivos, como si hubiesen ocurrido el pasado sábado.
El reconoció que sabía mucho de mí por narraciones en tercera persona, en mi caso ocurría de igual modo, conocía sus andanzas al milímetro por los confidenciales comentarios de mi amiga. El tal pelirrojo, aunque feo se creía casi Prometeo, y así había sido siempre, un Don Juan muy moderno, tanto que podríamos calificarlo de un valor surrealista o, mejor dicho, cubista.
Parece que él no tenía problemas en descargar su pasado una vez más y relataba episodios a los oídos de la futura esposa, de una futura esposa a la que por segundos se le agríaba la fantástica tarde de compras con aquel encuentro inesperado. En los ojos de la dama se reproducían temores, y la seguridad con la que llegó se desvaneció en leves suspiros y sonrisas de y por compromiso.
El tema era cargante, por el lucimiento personal del caballerete y por el mal trago de la señora. La actitud cambió y de un"cariño, lo que tú elijas está bien", pasó a un "me gusta esto y punto", sin más.
Parece que hay veces que abrir el baúl de los recuerdos no es tan aconsejable como Karina cantaba en su día, el pasado toma vida, y todos los elementos nuevos que ahora viven y antes no existían, sufren de repentinos ataques de incomodidad y se ven sobrecogidos por aquel famoso y harto conocido monstruo verde de los celos.
Como periodista, confirmo que mi narración es fidedigna y no me he dejado llevar por el cariño hacia mi amiga, ni por el desprecio hacia el pelirrojo. Objetivamente confirmo, que esa nueva relación se mueve por el autoritarismo cobrizo y que la futura esposa no es más alta de un metro cincuenta, y que sus patas de gallo son demasiado visibles para su edad, junto con un rubio de mechas verdosas nada favorecedor.
Y ahora, de nuevo en el presente, animo a todos mis lectores y lectoras a que entiendan mis palabras como un canto al "carpe diem", cierren las novelas leídas y pasadas y se dediquen a vivir el presente, que, aunque a veces no la parezca, se muestra increíblemente interesante.

Saturday, September 23, 2006

entre las piedras



Parece que hay veces que hasta las piedras tropiezan con ellas mismas. Sin saber como, en ocasiones ni el tic tac del reloj se pone de acuerdo consigo mismo, y los toques se atropellan entre ellos provocando un malestar inteligible.
Los días pasan inapreciables, sublimes a veces, y de repente, el caos, como un hada maligna se muda a nuestro espacio, y hasta un "hola" resulta desagradable y un botón desabrochado puede ser desencadenante de una cascada de ojos en blanco.
Y sin saber muy bien como, te encuentras con un nudo en el estómago, y el amarillo reaparece pleno de protagonismo, y las tardes cortas o largas, con o sin lluvia se vuelven inaguantables.
La ilusión que encarecidamente buscas cada mañana, ese tesoro de risas que guardas en el cajón como una joya de la infancia, se desvanece, y pasan siglos de segundos eternos hasta que el alma vuelve a reencontrarla. Y siempre, y vuelve, el tintineo del reloj, incansable a los colores y humores de las tardes de invierno olvidado y de verano, verano olvidado por no querer pasar de una vez aquella página en bleanco. Tiempos felices para algunos. Pasos de bailarina para otros.

Friday, September 22, 2006

otoñalmente deseado



Empieza el otoño. Parece que esta vez la estación se hace esperar, y aunque en el calendario se anuncia su entrada inminente, el verano parece haberse acomodado entre nosotros, e impide que la llovizna otoñal refresque nuestras mentes.
¿Dónde quedaron esas hojas caídas en las calles a modo de alfombra en tonos camell? Eso quedó, supongo, como fondo de pantalla para los más clásicos usuarios Windows.
¿Y el abrigo nuevo para comienzo de octubre? Tampoco ya aparecen las medias y leotardos inminentes como de sorpresa en los cajones, ya nada nos sorprende, ni la lluvia, ni el frío, ni los incendios, ni los hundimientos masivos de pateras, ni la guerra de Irak, ni la de cualquier otro lugar. Se oyen voces lejanas provenientes de Latino América, de un presidente altisonante, que llama “demonio” a un presidente de los Estados Unidos.
Hoy ya casi nadie llama las cosas por su nombre, todo es muy correcto, y se pasan por hormigas elefantes. Y así, esta armonía de plástico llega a afectar hasta el tiempo, no llueve, ni las estaciones aparecen con un ritmo natural como antes, ya nada es como antes. El frío aparece de repente, al lluvia es torrencial, como torrenciales eran las palabras de Chavez. Torrenciales pero certeras, ¿será que también entonces, estamos necesitados de esas aguas radicales para entender algunas cosas? Será que nos hace falta humedecernos de vez en cuando, para no perdernos en las brumas agónicas de este verano de condena, que nos mantiene ciegos a todos o casi todos.

Sunday, September 17, 2006

fabuloso


Un par de días fuera de los límites sureños de Sierra Morena serían como un suero para el horripilante calor, desgastado ya en un septiembre sin expectativas.
Ifema abría sus puertas al diseño, a la decoración y ese era mi destino, o lo había sido siempre, eso creo ahora. Stands diversos, carpas, gentes de todos los colores, gafas estáticas en la nariz, modernos reinventados, clásicos perdidos, tendenciosos con las tendencias, jóvenes y mayores se acercaban al más importante salón de la decoración con una única ilusión, comprar, y autoconvencerse de que entienden el diseño y saben qué es la moda.
Y es que, señores y señoras, el diseño, como todo, posee una estructura vertebrada casi de metacrilato, un leve velo separa el buen gusto de lo depravado, y eso no es moderno ni nuevo, el buen gusto o se tiene, o no se tiene, por mucho que se estudie o por mucho que se crea poseer.
Alejense los empresarios aventajados, ilusos conocedores de este mundo, creen que por saber pasar contabilidad y ordenar sus dineros a fin de mes, sabrán descifrar la delgada línea roja que conduce al éxito o al fracaso de lo realmente bello o lo que más se asemeja a algo perfecto.
Prohibiría a todo hombre o mujer de empresa que se acerque allí, no tienen ni idea de que su cometido queda muy lejos de saber interpretar la belleza del arte.
El cobre no es que no se lleve, es que está desfasado, la loza policromada es una pieza digna del mueble bar de Sara Montiel. Precisamente, el término "mueble bar" está descatalogado en el diccionario de la decoración, definitivamente obsoleto. Para los amantes del "estilo inglés" tengo malas noticias, no se encuentran ya representantes de esa rancia tendencia. Despierten, señores y señoras anhelantes de polvo de anticuario, del mueble apolillado. El estilo inglés es otra cosa, es más que eso, es precisamente, la elegancia y ese término dista mucho de parecerse a sus intereses de burgueses desfasados.
Y dicho esto, pasemos a las tendencias, el brillo destellante es hoy más moda que nunca, las lentejuelas se descosen de los vestidos para llenar enormes jarrones de cristal y acoger entre sus deslumbrantes partículas las flores más inesperadas.
La rosa es un clásico y se mantiene en los tonos más tradicionales, el blanco, el más genial y el rojo, clásico entre los clásicos. Por lo demás, la flora más lejana, la más inesperada, se asoma salvaje al hogar, el musgo renace como una alfombra fresca oxigenada.
La gama de los morados, los rosas es más puntera que nunca, los labios, los ojos se tiñen de púrpura, pero sin dramatizar, es más pop-rock, que una tragedia del color. El rosa es el rey en el sofá, en la cortina, en la alfombra, en los adornos navideños. El dorado se mantiene en el podium, inalterable al ocaso del verano, y gana posiciones como opción inmejorable. El negro, siempre negro, se reviste un año más de sí mismo y triunfa entre todos, más acharolado que nunca, brillante y rompedor, acompañado de su opuesto, el blanco, como un clásico de la vanguardia, y, la guinda, el verde, como ideal, un color especial para gente especial.
Los sesenta están más de moda que nunca pero matizados por una vena ochentera que lo agudiza, y suprime aquel encanto ingenuo que lo caracterizaba. Y el metal, el cristal, el metacrilato como materiales básicos de hogares hechos para respirar espacio y libertad. ¿Frialdad? pueden pensarlo, no es cierto, el calor del hogar lo pone el corazón, las tendencias del otoño-invierno 2006 y 2oo7 son frescas, pilares de una casa en la que el protagonista eres tú, en la que el mueble no ocupa tu espacio, el espacio y la vida es tuyo, y la calidez, como el amor, no está en un color, ni en el roble americano, está en el corazón y para los avanzados, en la sección izquierda del cerebro. Y, la felicidad, en el aire. El resto son obstáculos, cuantos menos, mejor. En breve, las casas serán transparentes, y nosotros seremos la vida y el color. Fabuloso.

Wednesday, September 06, 2006

Y ahora, lo feo


Queridos feonautas:
De los productores de "De este agua no beberé" o "Nunca digas nunca jamás", nace mi artículo de hoy. Cuando hace un par de años apareció la primera telenovela sobre una mujer disfrazada de "muy fea", intentando sobrevivir a su propia apariencia, yo me llevé las manos a la cabeza, sin embargo, el éxito fue absoluto. No sabía si lo planteaban como una valoración del inapreciado valor interior o simplemente una idea estúpida sin más. Ahora pienso que fue lo segundo. Pero hoy tengo que retractarme de mis pensamientos públicamente.
El éxito de la conocida teleserie latinoamericana fue tal que ya hubo quien tomó nota para llevar a cabo la versión española, y así nace "Yo soy Bea".
Por todos es conocida mi fluida relación con Telecinco, el equipo de redacción de la serie ha visto las similitudes de a&p, como "diario" de impresiones y objeciones de la vida de Majo, al igual que Bea de manera aproximada escribe en su diario de internet, a un receptor múltiple al que llama "feonautas" como un grupo al que ella misma pertenece.
Lo cierto es que se llevará a cabo una colaboración en el departamento de redacción de la serie y nuestro periódico. El problema es que pensaba tratar en mi próximo artículo el estreno de "Alatriste", la superproducción española sobre la novela de Pérez Reverte, pero, esta película está producida por la cadena susodicha, así es que para decir sandeces, mejor no decir, y para mentir...por no dañar la sensibilidad de los que pagaron, mejor me callo.
Pero, en un alarde de valentía diré que el film es como un globo aerostático, vuela, por estar lleno de aire, nada más. Como consejo: suprimir para posibles proyectos de segundas partes, a Echanove, su personaje de Quevedo es tan cansino y desgastado casi como la Juani en Médico de Familia, y eso es decir mucho. El señor Echanove se balancea en su excesiva barriga, repartida hacia las caderas, mal lleva una peluca barata y se encaja unas gafas de siglo de oro que más bien parecen los anteojos de un disfraz del carnaval de Cádiz. La disputa Góngora vs. Quevedo, tan manida, aparece entre las primeras secuencias y aburre, y no sólo eso, sino que duelen los oidos cuando el ficticio Quevedo recita como un gato afónico una rima del cordobés.
No sólo Quevedo llena de esta manera la pantalla, tenemos un Javier Cámara que es digno de lástima con una interpretación más que mediocre del Conde-duque de Olivares, muy serio, tanto que nos recuerda sus orígenes cómicos más que nunca, de los que él parece no quiere acordarse ya.
El protagonista es de lo mejor si no fuera porque su diálogo es tan parco como el de Silvester Stalon en cualquiera de sus películas. Y, el resto, como cualquier película española, quitando a algunas de Almodovar, sobrevive con las apariencias. El cine español, como el deporte rey, no termina de levantar cabeza, y eso supone, entre otras cosas, que los que escribimos, tengamos que pasar estos bochornos, intentando disfrazar de buenas palabras lo que su mejor piropo sería un eufemismo.
En fin, estimados señores de Telecinco, disculpen mi sinceridad y frescura, supongo, por otra parte, que esas han podido ser algunas de las razones que les han hecho fijarse en mí, o mejor dicho, en mis letras. No obstante, aplíquense el eslogan de Bea, "feos somos más" y... feos y cosas feas, hay de muchas clases.
Y, yo, no sé si fea o guapa (véase foto con Rufo), encantada de escribir como y de lo que me gusta, porque yo lo valgo.

Sunday, August 27, 2006

paraiso sumergido


Cuando salí del hotel, miré al cielo agradecida que en mi semana de vacaciones secretas, la prensa no lograra encontrarme. Pero no fue del todo cierto, mis ojos verdes no habían terminado de parpadear cuando fui encontrada por un par de paparazzis. Asediada a preguntas, respondí algunas tan solo. Me siento en deuda con mis lectores, y no es justo que sean otras publicaciones quienes os den noticia mía.
El mes de agosto comenzó como una mala tormenta, nublados reales y ficticios, obligaciones, cero en tiempo libre, compromisos, cero en bronceado, solo mi melena rubia y mi cuerpo, en transformación milagrosa tras el mes en pilates, parecían estar a la altura de las circunstancias.
El viaje a Nueva York fue una guinda, tras él, destino frustrado a Egipto, y, aunque casi nadie lo supo, tengo que confesarlo, son ciertos los rumores sobre mi escapada romántica a Disney Land París. Y dicho esto, no tenía muchos más planes para finales del mes de vacaciones por excelencia en España, pero los planes se reinventan y así fue como acabé en el Mediterráneo.
El mar Mediterráneo ha sido durante mucho tiempo un destino olvidado para mí. Desde niña he veraneado en el Atlántico, encantada de pasar los meses estivales en Cádiz, en la desembocadura del Guadalquivir, en Sanlúcar de Barrameda, donde los anocheceres se visten de gala cada noche, donde se respiran las sonrisas..., pero este año me fue imposible acercarme a mi paraiso más querido, ya que a finales de agosto, me llamaron de Vogue. La revista iba a publicar en su número de Septiembre un reportaje de madres e hijas, mamá y yo habíamos sido elegidas, las fotos se harían en Benidorm. Una idea genial, hacía tiempo que no volvía los ojos al destino más auténticamente sesentero. El resto de la familia se animó y en un par de días hicimos las maletas, camisetas rayadas, azul marino, rojo ferrari y merceditas doradas. Destino: la costa blanca.
Benidorm es una gran ciudad, pero no satisfizo a la primera mis ideales urbanitas. Mucho fluorescente y metacrilato. Los mega edificios se asoman al mar orgullosos y no me sentí parte de todo aquello hasta que me dí cuenta que eran como hermanos menores de los rascacielos de mi adorada Nueva York.
El reportaje de Vogue trataba sobre como la gente normal también puede ser modelo, al menos por un día. Se trataba de exponer a madres e hijas vestidas por los mejores: Gucci, Dolce, Barocco... eran lo más apetecible y estaban entre las opciones. Milagrosamente, Dolce & Gabanna optó por nosotras antes de que nosotras suspirásemos por ellos. Por una tarde, las no-modelos pasaron a ser foto de portada. A la llegada, una pareja de gays vestidos de estampado negro y fucsia se acercaron, unos envíados de los italianos representaban a los astros de la moda en el Levante, nos miraron de arriba abajo, y con una sonrisa perdida y un hola de acento italiano, nos dieron la bienvenida al mundo de la moda. Tras un par de horas y varias copas de champagne, sentimos que habíamos dejado de ser no-modelos, y convertirnos para siempre en modelos de nosotras mismas, y así, imbuidas de alta costura, abandonamos la improvisada pasarela. Las fotos salen en Vogue España septiembre.
Tras la obligación, la devoción y así empezamos a disfrutar de aquella playa intensa, añil, bellísima, aunque no tanto como para superar el eterno azul griego. Mi semana ha servido para recuperar el brillo de mis ojos. Relax. De la playa a la piscina, y de la tumbona a la raqueta de tenis, genial opción para fomentar el bronceado y evitar que se manifiesten los excesos del verano. Y por la noche, visita obligada a las terrazas más cool de la playa, aunque la mejor, siempre Ku. Debería haber una en cada ciudad. Las palmeras y el chill en ella son tonificantes. ¿Sabe la gente que una amplia sesión de chill es tan beneficiosa para la mente como el mejor psicoanalista?
Y así, cuando mi piel de alabastro empezaba a tomar un leve tono dorado, surgió un accidente, en mi pecho empezaron a florecer unas manchas color fresa. Falta de protección, pensé yo, el médico opinaba lo contrario: alergia al sol. ¿Cómo podía ser? Después de veinticinco años de piel de playa, mi dermis estaba agotada de rayos ultravioletas, un pinchazo en el trasero, medicamentos, y pantalla total en crema para toda la vida, acabaron con mis ilusiones de bronceado Esteé Lauder, el erótico aceite desapareció de mis afeites y me obligaron a lo que yo ya adivinaba: nordic stile forever.
Mi piel resucitada destacaba entre los renegridos bronceados proliferantes en la ciudad, y, más que nunca, noté que deslumbraba. Los días se agotaban, pero Benidorm me deparaba aún otra sorpresa, la ciudad movió los hilos del destino para recompensar el daño en mi epidermis, y encontré todo lo que una dama desea. El mejor amigo de una mujer, cariñoso, encantador y bello, bellísimo. Se enamoró de mí y yo de él. Se hacía llamar Rufo, aunque es mundialmente conocido por mono verde africano. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, por ello os regalo la foto de arriba para que podáis comprobar en nuestros rostros la felicidad con mayúsculas. El olvidado Mediterráneo hizo que nos conociéramos y por ello nos hemos ido a vivir a él, aunque con algunos cambios, dejamos Benidorm. Si quieren comprobar nuestro amor, visítennos. Destino: Saint- Tropetz.
Les recomiendo que sigan mis pasos, mi vida ha cambiado desde entonces, Benidorm ha sido el comienzo. Y ahora, Mediterráneo, besos dorados, achampanados, pantalla total, Rufo y yo, y el sol.

Monday, August 14, 2006

silencio



La roca es para siempre, como el diamante,
y la sal se diluye frágil en las aristas grises,
como siempre.
Quisiera disolverse en un rápido instante,
para siempre.
La erosión es como la muerte.
El mar espera quieto hoy,
quizá mañana la ola despierte,
sedado sedimento de la sal en silencio.
¡Silencio!... Que no se despierte.
Tesoros escondidos bajo las piedras,
sol de rayas ladeadas,
marineros de tela manchados de añil y celeste
y el cielo vestido de arena
pero el verde siempre intenso
siempre eterno recordando verte,
hoy dormido, y sin embargo, verde
eterna palabra borracha de protagonismo.
Vístete hoy de otra manera
que no quiero verte,
siempre eterno,
maravilloso verde.

Thursday, August 03, 2006

contabilizado


La siguiente parada era Egipto. Después de Nueva York, me apetecía perder de vista el asfalto. Necesitaba algo de sol, mi piel permanecía pálida. Buscaba brisa dorada, sol verdadero, pigmentos de luz en mi piel que solo podría adquirir allí. Pero, ese sería sólo mi pasatiempo en el poco rato de ocio que me iba a quedar libre. Mis planes iban trazados desde la agencia de viajes, una macro visita a restos, tumbas, pirámides y, como guinda, varios días en El Cairo. Deseaba viajar, aunque los pronósticos no eran esperanzadores. El panorama socio-político era desalentador, atentados, inestabilidad. El sol no me abría sus brazos. Urbanita sin remedio, preferí ser precavida y quedarme en España mientras planeaba en qué dedicar el tiempo del frustrado viaje.
Tenía un par de invitaciones para un acto en Córdoba sobre empresarios y empresas. Los jardines del Alcázar de los Reyes se vistieron un día más de gala, frescos; destilaban lágrimas sus pétalos, como nutridos hijos del rocío de la mañana del mejor amanecer de alguna playa. Subían al estrado empresarios provincianos, de alto vuelo y no tan alto. Las palabras brotaban como de las piedras. En aquella reunión todos tenían mucho que decir, la mayoría dedicaban la mayor parte de las horas de su día a su empresa, ese proyecto ábido de segundos, inmejorable opción para quien tenga problemas de aburrimiento. Me perdí, martini en mano, entre aquella marabunta que me abrumaba con sus narraciones orales, diarios empresariales, beneficios, ganancias, IVA, bancos, clientes, proveedores y, dinero. El ambiente absorvía a quien lo vivía y me sentí como abducida por el mundo empresarial. Todo aquello me hizo recordar mis particulares e intermitentes andaduras por el mundo empresarial hace un año. El verano pasado, en una empresa bastante grande dedicada al textil. Pertenecía al departamento de marketing. Cuando trabajas en una oficina, por mucho que te dediques al diseño, sin quererlo y sin notarlo, respiras ese aire de papel impreso que circula por las oficinas, que se impregna en tu ropa y que se mezcla con tus humores, creando, si permaneces allí mucho tiempo, un tipo social: el oficinista.
Hoy existen de muchos tipos, pero a mí particularmente, los que me resultan más interesantes son los que proceden del siglo pasado. De escuela setentera, de patillas anchas y pantalones de campana con veintitantos; ahora, la mayoría calvos y adornados con pequeñas gafas inamovibles al final de sus narices. Otro complemento importante de estos tipos, es una máquina hoy casi desterrada, en ocasiones ya objeto de decoración y productor de ruido inconfundible de aquellas oficinas: la maquina de escribir. Oir su tintineo es como viajar en el tiempo. Estos personajes se deleitan también con los archivadores grandes y de cartón donde guardar cada documento incontables veces cada día. De ellos son herederos toda esta generación posterior de administrativos y administradores de finanzas, licenciados, diplomados, auxiliares...
Pasar el día en la oficina transforma tu visión del mundo. El oficinista no piensa como los demás, no piensa como un filólogo, ni tampoco como un veterinario o un médico, el oficinista piensa como si su ámbito de actuación fuese una hoja de cálculo. Su religión numérica se basa en un sólo mandamiento: la ley del debe y del haber. El mundo se mueve en torno a estas dos polos, estos macrocajones de la ficción numérica donde todo queda registrado a modo de memoria universal y perfecta, siempre equilibrada.
De ahí mi máximo interés por el mundo empresarial. no me apasiona pero, tengo que reconocer que el orden es una de sus mejores virtudes. El orden y la justicia aparente. Si sigues el mandamiento del "debe y el haber", el equilibrio es un hecho, nunca la balanza se derrama hacia un lado, como un tonificante flujo de energía regular, como una lluvia lenta y pareja, como el amor en su mejor faceta, una eterna correspondencia, un amor correspondido: esa es la oficina.
El orden, los cajones, la contabilidad, es como un teatro virtual de marionetas que funcionan incansables, manteniendo un ritmo incansable y productivo.
¿Sería conveniente que tomásemos nota de este micromundo y olvidásemos el caos que domina el nuestro? Quizá si fuésemos más interesados en todas las cuestiones de nuestra vida, si cumpliésemos firmemente el mandamiento del contable, nos aseguraríamos una estabilidad de por vida. Y, ¿aún así nos llegarían recibos devueltos al corazón? y... ¿quién sería el IVA? El IVA es interesante, es algo obligado, que nadie quiere pagar, pero que a todos nos beneficia, será entonces... ¿la conciencia? La conciencia es la cuerda que ata nuestros deseos, la conciencia es el aburrimiento, así es que después de esta disertación, llegué a la conclusión de que la conciencia, perdón, el IVA es el causante del aburrimiento que supone la oficina, bueno de quien lo tenga, claro.
Cuando me dí cuenta, la charla, la cena estaba casi acabada, reparían champán y yo sonrería al comprobar que mi mente seguía igual de imaginativamente fresca. Me alegré por mí y por mi viaje astral, que me permitió obviar el diario empresarial. Sería quizá, la magia del anochecer cordobés, bello, incansablemente cálido y de perfume, azahar.

Monday, July 31, 2006

Alter ego


La paz es azul. La sensación placentera en que la vida camina plácida, tranquila sin sobresaltos. La pasión adolece de nerviosismo y contamina el autocontrol. Frágil, me siento frágil como la espina ante el cuchillo. Puntiaguda pero frágil. Delgada espina sin enraizar. Las raices son como venas que conducen los latidos a buen puerto.
Desde que nos expulsaron del paraíso al principio de los tiempos, el hombre y la mujer andan en un peregrinaje que solo puede tener sentido, si lo entendemos como un autoconocimiento. El eterno retorno. La vida es perfecta, o mejor, lo fue. Se manchó y ahora respira lenta hasta el blanco absoluto. El destino escrito: volver al origen y allí, la paz. La paz del alma: la meta y la salida. El resto, el camino. La paz aparece, a veces fugaz , como el arcoiris tras la lluvia. Aparece en el leve recuerdo de mi madre cuando yo era muy pequeña, aun tomaba biberón, era invierno y me sentaba en la cocina, la miraba complacida esperando el desayuno, su cara dulce y rosada, su olor a madre, ese es el origen. Mi pijama de terciopelo rosa tras la ducha, tenía siete años. El atardecer en mi playa comiendo galletas con mi familia, el olor a sal y los paseos en la Calzada de la playa... La paz es cerrar los ojos y sonreir sin comprender la valía de la risa.
La paz es hoy saber controlar mis fatuas pasiones. Aprender a vivir una vez más y aceptar entre los comensales a la eterna adversidad. La paz es sonreirte en el espejo. La paz es comprender, es entender el sol que te hierve. La paz es mi vestido más anhelado, es mi propuesta para el invierno, es mi disfraz favorito hoy, mi eterna semblanza para mañana. La paz no es la roca con la que siento estrellarme cual ola cada mañana. El furor de mi estómago. El amarillo que se adueña de mis pupilas, tinte ácido fuente de la acritud de mi tono, mi humor desvanedido, mi gesto frío, mi sangre. La paz es mi angel de la guarda que me espera dormido en el rincón. Me esperas y te espero. Te espero, pincel de mis sonrisas. Será. Lo que tú quieras que sea. Sea...

Sunday, July 30, 2006

TENDENCIAS








Que la moda me fascina es algo tan palpable como que Warhol es absolutamente genial. Si la moda te apasiona, te apasiona París, y si te apasiona París, vas por buen camino si buscas el gurú de la moda. París nunca se equivoca y, así, la capital de la moda ha paseado estos días uno de los desfiles más interesantes de la temporada. (www.elle.es)
La moda permite a los modistos experimentar como un lienzo se deja pintar por algunas manos, aunque no siempre expertas. Pero no serán esos pinceles los que hagan vibrar las pupilas de los entendidos en arte ni de los de a pie. El arte emociona a cualquier ojo que en él se pose y hoy, una vez más inspira el diseño, el estilo, las tendencias, el vestido, la moda.
El diseñador Mattew Williamson ha estampado, pleno de originalidad, en estos días de ideas casi agotadas, sus blusones con las ilusiones imposibles del artista gráfico M.C. Escher. Rochas ha paseado por la pasarela faldas extralarge con motivos inspirados en el impresionismo del francés Claude Monet, y Marc Jacobs ilustra los minivestidos de Louis Vuitton con composiciones de colores primarios y juegos de líneas que recuerdan los famosísimos y tan homenajeados cuadros de Piet Mondrian. También la década de los sublimes, para mí, años seseanta se ha dejado ver ya este verano de la mano de las lolitas de Alesandro Dell'Acqua, con guiños sugerentes al rey indiscutible del pop art Andy Warhol. Fantástico.
Era necesario que en estos días cercanos a mi presente alguien respaldara mi amor por el arte posmoderno y encumbrarlo una vez más. Nada mejor que este homenaje de una de mis pasiones, la moda, a la madre del resto: el arte. Felicidades a Jacobs y Rochas entre otros, imitar siempre fue recomendable, si lo imitado es bueno, imitar a los grandes siempre fue un privilegio y tarea de maestros. La mirada al pasado riega de vida eléctricamente azul el ocaso del aburrido verano y abre un otoño intenso de emociones nuevas, más interesantes que nunca.
Y para entonces, la editora de a&p, les recomienda adquieran alguna de estas propuestas para vestir la ocasión inminente de sonreir. Todo un capricho artístico para colgar en tu armario.

Sunday, July 23, 2006

New York, New York


Este fin de semana decidí cambiar de decorado. Viajar es siempre la mejor opción. Andaba necesitada de nuevos aires. Convoqué a mis amigos y al señor V, organicé los vuelos, los horarios y algunas horas más tarde aterrizábamos en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York. Éramos unas ocho personas. El tiempo allí era estupendo. Nos alojamos en un pequeño apartamento en Manhattan del que me enamoré hace un tiempo. Hay algo genial que ocurre cuando se está entre amigos y es que da igual lo que hagas realmente, se está bien. Así fue. Cada quien hizo lo que le apeteció, yo me marché a la biblioteca de la esquina, donde tienen unas ediciones geniales en literatura americana y arte posmoderno. Un cappuchino, mientras paseaba por la Quinta Avenida y de compras en Prada. El resto del grupo se dividió entre paseos turísticos por el centro neoyorquino disfrutando de la ciudad.
Por la tarde, me dí cuenta que hay asuntos que flotan en el aire como el polen viaja entre las brisas, esperando un último soplo que le muestre su destino. Hice una llamada telefónica. Recordé que una vieja amiga estaba de vacaciones en Nueva York. Coincidencias. Sería genial cenar en el Soho, en uno de esos restaurantes indios, en cojines, con incienso, con especias. Un plan afrodisicamente apetecible al que nadie podría rechazar. Así fue, mi amiga apareció y cenamos en comunión entre risas conocidas. Nadie resultó ser desconocido. Amigos de otras épocas, mi velada evolucionaba a la perfección. El polen se movía. La comida, los cojines de seda purpura, los flecos dorados de los manteles, la luz desvanecida, el vino y Nueva York. Las sensaciones flotaban en el ambiente. Tras la cena, nos fuimos a la inauguración de una nueva discoteca que estaba en la manzana contigua al restaurante. Allí, más conocidos, parece que todo el mundo se había puesto de acuerdo en mis planes noctámbulos. En la discoteca, con un cosmopolitan en la mano, sobrevivía entre los dos semi grupos en los que se hábía convertido mi expedición. Cuando mejor llevaba mis trabajos, entre los más maduritos y los menos adultos, aparecio un amigo, uno de esos que disfruta en contarte las mismas historias infinidad de veces. Enamorado frustrado. Paseaba su angustia del desamor en su rostro, en su sonrisa apagada y fingida, en la actitud de falsa fortaleza que vocifera precisamente una fuerza inexistente. Con él se acabo mi libertad. Se esforzaba en ponerme al día en cuestiones que ya estaba, en frases entrecomilladas sobre conversaciones atrapadas en el aire, su corazón malherido se complacía en recordar las vilezas de una damisela que le daba calabazas sin piedad. Tan larga fue la charla que noté que el cosmopolitan no me estaba sentando muy bien, me marché al servicio pensando que iba a vomitar, tuve suerte, todo quedó en un susto. Tomé aire. Volví a la pista y de nuevo mi languidecido amigo. Le orienté hacia una nueva actitud, una nueva vida que le permitiera nuevas sensaciones y a mí me permitiera una nueva conversación. Mis deseos se cumplieron en parte, no en la actitud, pues por momentos se agrió, pero sí, aunque con el tono más ácido, el tema evolucionó. De mujeres heterosexuales fustigantes a lesbianas recién salidas del armario. El frustrado enamorado sabía los nombres de tres amantes liberalizadas que habían decidido dejar de fingir hacia el género masculino y vivir su sexualidad libremente. Dos de ellas no me sorprendieron, a pesar de la cercanía que me une a ellas, sobre todo a una, amiga de la infancia. La tercera lesbiana incipiente no era creíble, definitivamente, sus problemas con los hombres no procedían de gustos homosexuales.
En fin, acabé mareada de noticias de amoríos pero mi principal preocupación en torno a estas cuestiones salió redonda. Ayer me convertí en Cupido.
Hoy tomé el vuelo desde mi adorada Nueva York, es la ciudad de los sueños y allí se cumplen, si la suerte y la casualidad lo permiten, y, si el momento es el instante preciado en el que surge el amor. El polen de mi vieja amiga y mi amigo se asentó. Las sonrisas hoy son un hecho. I love New York.