Saturday, December 23, 2006

Y fue así como llegó mi nueva Navidad


Y con la Navidad volvió internet, y con él la conexión, y fue así como pude volver a hacer lo que más me gusta: escribir. Los días prenavideños se suceden y sin darme cuenta me encuentro ante un 24 de diciembre inminente e ineludible. Este año me he propuesto olvidarme de la importancia de estas fechas, normalmente acaban siendo para mí un conjunto de sentimientos exacerbados entre la familia, el amor, el olor a dulzón de los licores, polvorones y turrones. Nada de esto me gusta, todo se viste de un cansino tono almendrado que difumina los perfiles de los seres que me rodean, se colorean de un aura navideña, y cuando los días pasan y enero se consolida en el calendario, y las fiestas se diluyen, como los hielos en los cristales , mi corazón se queda aún perdido, como flotando en polvos de almendra, en una eterna mañana de domingo, en pijama, con siete años... y al despertar, me veo un 7 de enero, adormilada, con veinticinco años y un frío desternillante al salir de la cama, un café, la prensa y de nuevo a vivir como una adulta. Se acabó la dulzura navideña, las sonrisas en masa, y los buenos deseos, parece que el "qué bello es vivir" sólo se usa unos veintitantos días antes de que diciembre se canse y nos deje un año más para siempre.
Y fue así como, sin miedo a equivocarme, decidí entender la navidad de otra manera. El día veinticuatro y veinticinco no serían esa cena importantísima, en la que sin saber por qué sentía un frío interno en el estómago, como si nunca más se fuese a producir de nuevo, ahora estoy cansada de ese dramatismo agotador, de esas miradas intensísimas, queridísimas; estoy cansada de un treinta y uno de diciembre que más que una nochevieja para mí, era la mayor y más importante cuenta atrás, el año se acababa y con él una nueva vida empezaba, importancia máxima a los últimos guiños, a las primeras llamadas, primeras sonrisas, sueños esperanzadores y esperanzados en esa señal que nunca apareció... pellizco de angustia en el estómago, copas y copas de champagne: fabuloso.
Ahora, entiendo y practico un carpe diem a mí manera. Viviré mi navidad de esa misma manera en que vivo el resto de los días del año, un día más, sin angustias que se conviertan en irracionales fríos y nudos estomacales, y todo ello producido por una simple razón: excesiva sensibilidad. Para mí, como aquel verso de Catulo "amo et odi", según el día, me adoro, según el minuto no me soporto. Y así será mi navidad 2006, especial porque cada café en casa lo es para mí, suprimiré de mi vista y olfato los empalagosos dulces y viviré solo el momento, increíblemente por una vez, y dejaré de pensar en universos no nacidos y en sentimientos escritos, susurrados, deseados y establecidos, sin miedo a que sea sólo por una vez, y nunca más, el último.

2 comments:

Anonymous said...

M.E G.U.S.T.A. T.U. N.A.V.I.D.A.D.
3.6.5. B.E.S.I.T.O.S.S.S.S.S.S.S.S.

Anonymous said...

Nunca dejes de soñar, ni siquiera en Navidad.