Sunday, March 25, 2007

posología: 2007, en pequeñas dosis


Hace mucho tiempo que me acuesto temprano, tanto que hay días que ni soy consciente de que ya estoy durmiendo. Hace tiempo que perdí de vista las añiles noches mediterráneas, dulces y espesas... Me apetece recorrer la noche montada en un tranvía viendo mi reflejo en el cristal oscuro, espejo de una luna traslúcida, y perder mis ojos en un horizonte aburrido y pleno de tiempo, mi tiempo.
Mi tiempo libre desaparece. Tiene un rumbo perdido y me entretengo cada día en ajustarlo y lograr que no gotee entre los rincones, pero se estremece, se inflama, respira y se diluye más allá... creo que se quedó perdido en el siglo XX.

Miré el calendario y era veinticinco de marzo. Me esperaba una larga ducha y un café solitario y mudo, dos ingredientes necesarios para disfrutar del día más absurdo de la semana: el domingo. Eran las doce de la mañana hasta que sonó el teléfono y me convencí de que había perdido mi hora de relax, el tiempo se escurría por las paredes: una hora menos, una hora más de sol. Parece que este 2007 es un año con prisa, los días pasan fugaces como si anduvieran nerviosos por acabarse, por llegar cuanto antes a una nueva fecha, a una nueva fiesta. Ya no parece respetarse la larga cuaresma, parece que en lugar de cuarenta, fueran una veintena. La Semana Santa se mece en el ambiente y yo aún huelo a polvorón. Cuando disfrutaba de un par de días de lluvias y soñaba con mi Londres particular, cuando mi sueño de vivir en el Polo estaba a un palmo de mis dedos y andaba con botas de pelo y jerseys imposibles de un centímetro de grosor, resulta que los paragüas desaparecen de mi casa. De un día para otro, el cielo se viste de ese azul griego que derrumba mis sueños, el sol se introduce por cada rejilla, se apodera de mis déviles pupilas y mi invierno se desvanece en los cansinos y luminosos golpes amarillos de este sol cordobés que más parece un desagradable flexo en la cara que una iluminada ráfaga de luz.

Quizá no sea el 2007, quizá sean los años. Posiblemente sea como el cambio climático, a lo mejor no nos hemos dado cuenta que hasta los segundos andan desbocados. Esta primavera disfrazada de urgencia resulta un tanto artificial. El planeta se contonea nervioso y ha perdido la memoria de la tradición que él mismo se había inventado, y ahora cansado de su propia rutina vuelve locos a los excesivamente sensible que perciben el cambio. Aviso que cuando menos se espere estamos en 2008 en bermudas, comiendo pestiños, y yo soñando en mi paracaidas con bajar por las chimeneas, abrigada hasta las cejas mientras todo el mundo se propone olvidarse de que aquí también hubo un día en que la gente vivía abrigada y llovía y el tiempo mugía y no sargenteaba los pensamientos de la gente. Y entre tanto el termómetro cada día más caliente.
Hubo un tiempo en que alguien perdía la mirada en la ventana con escarcha. Hasta aquí llega el deshielo. Veinticuatro horas de sol y los cero litros de lluvia nos están volviendo locos a todos. Aconsejo emigrar al norte, donde los atardeceres aún contienen el beso azul y adormecedor que aquí se pierde entre carreras de segundos por agotar el día en que vivimos, cuanto antes. Que se pare el tiempo, hoy aún estamos a veinticinco de marzo, apuesto a que cuando parpadee, y vuelva mis ojos a esta pantalla, no recordaré que yo misma he sido quien ha escrito este absurdo artículo y mi mente seguirá abrazando la locura meláncólica de quien busca la lluvia en el desierto y entre tanto, mucho tiempo, el de siempre, perdido.

Friday, March 23, 2007

de tarde en tarde, 18 de marzo



El hombre más peludo del mundo se casa. La primavera ha vuelto, de la mano de un anticiclón luminoso y helado que rasga las pupilas y quebranta la epidermis. Mientras el tiempo decide volverse agradable, casi toca la lotería a mi amigo G, estuvo a un número de convertirse en un euromillonario y dejar de formar parte de la lista de “mileuristas”. Mientras tanto, mi amiga A y yo rebuscábamos entre las noticias callejeras que apuntaban a que G era el verdadero millonario. Llegamos a sentimos defraudadas porque pensábamos que era una estrategia de rico recién estrenado para eludir felicitaciones o rumores que pusieran en peligro los miles de euros o quizá a los dueños del alucinante premio. El mismo y descartado ex millonario, un día mas tarde, apareció ante nuestros atentos ojos que pensaban no volver a verle más, y tras comentarle nuestra absoluta y leve, levísima confianza en él, acabó diciendo que entendía la desconfianza propia de mujeres, y se alegraba, de manera absolutamente sinceramente, o eso dijo él, de que no le hubiese tocado, estaba seguro de que su vida actual era más feliz sin ese tumultuoso huracán de verdes euros.
¿Felicidad de sueño o miedo a encontrarse con una pesadilla aunque sea con dinero? Nunca lo sabremos, lo cierto es que el dinero aporta libertad, casi infinita y la libertad emborrona los límites del establecido mundo de cada uno, para bien o para mejor…

Mientras dilucidaba en qué cambiaría mi vida si hubiese sido yo la afortunada del premio millonario y me autoconvencía de que no necesitaría un psicólogo para asimilarlo, volvía mis pensamientos a mis recuerdos. Y me encontré a las tres y media de la tarde rebuscando antiguas cartas y fotografías intentando encontrar el rumbo de mis recién estrenados veintiséis años. En el desván, en el punto más alto de mi casa me dí cuenta de que quedaban cuatro años para cumplir la treintena; estaba también en el punto más álgido de mi carrera contra los años: un cuarto de siglo y un año más. El tiempo pasa sin remedio.
Mi cumpleaños aunque con planes fabulosos, perdió la fantasía cuando recordé que odio cumplir años. Las tartas, las velas, la gente alrededor mirándote bien o mal… es como revivir tres meses más tarde una navidad que por fin ha desaparecido del horizonte y que esperas no volver a ver al menos en los doce meses siguientes. Los regalos, los invitados, la comida, el formato…todo fresco y primaveral aunque creo ahora que yo estaba en el otro plano, en el del cambio climático, quizá. Mientras todos me miraban pensando eso de “quien tuviera veintiséis años” yo me desmoronaba intentando no llorar delante del heterogéneo grupo de viejos y jóvenes. Cinco minutos más tarde del cántico y el apagón de velas me miraba al espejo y comprobaba que no me sentía identificada con la imagen de mi espejo. ¿Quién tiene 26? Sueño con los doce, o los cuatro, incluso con el vientre de mi madre, vuelvo a la universidad, pero ¿quién quiere tener veintiséis años? Aún no entiendo cuál es mi cometido en esta cifra tan extraña, si hasta me encuentro mejor imaginándome con cuarenta y tres preciosos hijos varones!
Ni siquiera fui capaz de apagar el bosque en llamas que suponía los veintiseis fuegos que casi arrasan el pastel, es hora de empezar a comprar esas parejas de números que sustituyen la manifestación de velas. Fue mi padre quién me ayudó a apagar el incendio del 18 de marzo. Lo peor es que mi mayor deseo estaba en aquel apagón y una vez más se quedó medio apagado o medio encendido, a la mitad, como ahora, a la mitad más uno. Pero, si es cierto que el hombre más peludo del mundo se ha casado, supongo que también sea cierto que mi sueño aún puede cumplirse, lo malo es que ni con un boleto de lotería, ni dejando mi actual posición de mileurista podría conseguirlo, es un poco más complicado, y si sumamos mi mala suerte en el apagón... con reflexiones tan absurdas daba las últimas pinceladas a la que ya era la madrugada de mi cumpleaños. Por suerte, a la mañana siguiente me encontraba bastante mejor, un día más tarde me propuse olvidarme de el absurdo 26 y disfrutar lo que me quedaba del día. Ultimamente siento que ando mal de tiempo.
p.s. Gracias a todos los me llamásteis, a los que os acordásteis, a los que os habéis metido mil y una vez en a&p y seguíais viendo el "disfrazados insultados", para mis amig@s, os deseo desde el 18 de marzo, precioso número, las mil y una alegrías que busco cada mañana también para mí.

Wednesday, March 07, 2007

Disfrazados insultadoS



Penúltimas noticias para seguir informados:

Efectivamente, como me notificó mi colaboradora "más anónima", y aunque ya estemos en cuaresma, el Carnaval ha pasado y ha emborronado los ánimos del clérigo local. De esto puede ampliar información, la señora Libertanguera por encontrarse bastante cerca de los círculos a los que me voy a referir a continuación. La chirigota montillana Los Yogurines dieron nombre a su comparsa 2007 con el original título de "la primera ostia" y andaban disfrazados de niñas de primera comunión. Realmente, poco más se puede decir de este "atrevimiento" carnavalero. Hemos repasado el libreto del grupo y no encontramos motivos que apoyen el disgusto de la Iglesia. El asunto no quedó en el ámbito familiar de la localidad, hasta el obispado ha participado y respalda las decisiones del sacerdote que encontraba las canciones inmorales y ataques hacia el sentir religioso. Parece que como todo lo antiguo está de moda, la Iglesia se apunta al carro y retoma el término "blasfemias" y lo barniza de rabiosa actualidad. Numerosos miembros de la asociación carnavalesca pertenecen a hermandades semanasanteras y les han amenazado que tendrán que elegir entre el cachondeo irreverente y destructivo del Carnaval o el honroso candor de la cera y el costal, no pudiendo compaginar tan opuestas distracciones. Hasta ahora ahí ha quedado el tema, aunque flecos sueltos llegaron a Tenerife, mayores dimensiones para mismas absurdas realidades: hasta la pobre Belén Esteban tuvo que colgar la crucificción que tan puntero había diseñado el señor Amargo para pintar los carnavales tinerfeños de un look más moderno y "a lo maddona" que nunca. También allí el clero tuvo sus más y sus menos y al final, como siempre,el gato al agua para el clero, y la cruz y la Esteban acabaron en bambalinas y con un orquestado abucheo.En la afamada Montilla, las niñas de comunión hicieron el conocido pasacalles dominguero, y el asunto ha quedado suspendido en un halo de censura clerical como en las islas, que considero totalmente desfasado, pero muy a tono con la imagen austera y retrógada que nuestro Papa desea mostrar de la Iglesia. Espero que no sea una manera de captar nuevos adeptos a las filas litúrgicas pues tal como está el mundo, creo que la campaña de marketing está un tanto fuera de rumbo.