Wednesday, January 16, 2008

prólogo a Baltasar



…Cada segundo contigo es una vida entera… Escuchando “After yo’ve gone” pasaba el comienzo de la tarde del último día de vacaciones enfundada en una bufanda celeste, recostada en mi propio perfume y con los ojos entreabiertos soñando nuevas tardes y pensando en días venideros, la vuelta a clase, este comienzo de sueño del nuevo año ocho…
Unos minutos de publicidad: eso han supuesto las vacaciones en esta programación escolar que tan apasionante me resulta. La lluvia me visita y me regala un posible pistacho de concentración en la espera de algunas tardes de solitaria lentitud. Y es justo ahora, cuando cuento con unos minutos, querido Baltasar, para agradecerte, un cuarto de siglo más tarde, tu dedicación y premura hacia mi persona. Desde que me tomaste en tus rodillas por primera vez, mi suerte ha ido en aumento y los regalos, proliferando en mi vida en un interminable “in crescendo”… aunque hoy, más que nunca, mi conciencia rebosa júbilo. Se regodea en su transparencia, increíblemente pulcra y rebosante de bondad pues, ¿qué recompensa serían si no los presentes con que me obsequias cada día? Meras quimeras quizá que despistarían tentadoras, como brazos de enamorado, la ficticia bondad, que no es más que eso, una verdadera e increíble ficción, mentirosa felicidad, locura del corazón, y es que ¿será que estoy hablando de amor?
El vestido de lentejuelas doradas se adaptaba a las curvas como el baile del agua en la roca, me distraía con las burbujas del champagne y observaba el salón pleno de gente bañados de repente en un licor color oro que resbalaba en el cristal convexo. Imaginaba el reflejo de mi sonrisa despistada en los espejos, esa sonrisa tranquila y suave que sólo aparece cuando la felicidad se aloja en las neuronas de no sé qué parte del cerebro. El reloj paseaba silencioso sobre los diez últimos minutos del 2007 y yo no fui consciente que el año se despedía mientras yo, ensimismada, no me daba cuenta de que eran aquellos los últimos minutos que viviría en aquel 2007 que consiguió cambiar rotundo el rumbo de mi vida. Cuando reaccioné, la primera campanada sonaba. Eran las doce de la noche y pensé que aquello que oía sería uno de esos ensayos, pero no, el año se despedía irremediablemente. Mordí cada una de las doce uvas, besé cada una de ellas, amor imaginado una vez más, la fruta prohibida, y sonó la última mientras bebía el primer sorbo de champagne Möet & Chandon del año. Bienvenida al maravilloso mundo del ocho.
Comencé el año y terminé aquel otro con una sensación de adicción a mi propio mundo, paseando con ese amigo invisible que últimamente me acompaña a todos lados. Me he enamorado de la tranquilidad que me supone saber que no estoy sola, nunca. Fue así como comenzó enero, casi por sorpresa, rebosante de una sencilla pero indescriptible felicidad. Gracias.

P.S. El cinco de enero se difuminó, en el momento preciso en el que bajo el árbol verde de bolas de nieve, vestido de rojo valentino, un GOLF fabulosamente y automático, como detalle, tomó forma real anhelante de que mi pequeño pie lo condujera.

Necesitaba escribir todo esto, rápidamente, para al leerlo más tarde poder creerlo y sobre todo no olvidarlo. No quiero perder de vista ninguna de los pálpitos con los que mi corazón se acelera cada día. Cuesta creer a veces que efectivamente sea yo la protagonista de esta bonita historia de amor con la alegría, mi eterno y más deseado amante. La sonrisa como la intensidad es efímera e inconstante pero inevitable objeto de deseo, de mi deseo, locura controlable aunque sólo de palabra: hermosa palabra el deseo. Cumplido el sueño en cada viaje, en cada pizarra, en cada nueva página, en cada beso, cada caricia de la niebla, reflejos sonrientes que danzan entre las altas ventanas insolentes, fachada encalada de albero y merengue, barro y hojas verdes entre olivos salteados…
Sólo me queda un deseo…vuelta al egoísmo, pero: ¿sería posible detener el tiempo? ¿podría seducir al segundero? ¿Te importaría olvidarte de mí y dejarme para siempre aquí? Sobreviviré en una simple taza de café con leche, bebida de amor de invierno, playa de lluvia, porque ya he llegado a lo que quería que fuese la perfección. Me planto, pero sólo por un momento porque esto es solo el comienzo.

1 comment:

Anonymous said...

el champagne vuelve a seducirme tras leerte