Thursday, October 26, 2006

antioxidante


Obras en la calle de al lado. El gris otoñal se muda a las aceras, polvo por las esquinas y ruidos vespertinos. Los cascos de protección son las pamelas del desfile de individuos desconocidos cuando temprano hago que paseo por las calles. Un viejo edificio derruido parece una vieja mujer desnuda. Cortinas floreadas destintadas, olvidados huecos forrados de azulejos crema en los que adorar algún almanaque publicitario del que ya sólo queda un dibujo decolorido y un diciembre caducado. Carrito de la compra de cuadros rojos plastificados, zapatillas negras de toalla, platos y vasos de vidrio grueso, flores de plástico en la nevera, pan blando para combinar con las velas que aún esperan un corte inminente en el que demostrar su carrera.
¿Por qué escribir de una vieja? Porque todos algún día seremos como ellas. Creo que lo más fantástico que puede ocurrirnos al envejecer es perder la cabeza. Recuperar la locura, es como poder vivir una segunda juventud. Quizá un loco jubilado sea el énves de un adolecente recién despertado. ¿Qué cartas quedan aún por levantar cuando se cumplen los setenta y tantos? Viajes de autobús, excursiones de jubilados, hogares patéticos, jardines de hojas de plástico, partidas de dominó, pérdidas de memoria, gotas de orina...
Prefiero perder mil veces mi cabeza y perderme mi vejez a padecerla golpe a golpe, cada día. Prefiero olvidar cada libro leído de un plumazo, como un apagón tremendo, a que mi cerebro se deshidrate "piano piano".
Porque ya también se habrán agotado las sentencias de viejo y el viejo libro de recuerdos, la búsqueda del consejo, las cremas antiarrugas, porque ya te sentirás mal si tu pelo cano no deslumbra como la luna llena a los enamorados, como la niebla en febrero, y que tras una vida, sólo sienta míos, sólo me reconozca en unos ojos verdes de recuerdo, perdidos detrás de mi espejo, vivos, pero no por mucho tiempo. Preferimos vidas cortas, juventudes eternas, fármacos antioxidantes, no deseamos rostros plastificados, yo quiero un corazón joven, ojos brillantes hasta el día en que la vida me despiste, el resto de mi vida, alegria de merienda a la salida del colegio, y risas con olor a juguetes nuevos.

Sunday, October 22, 2006

estereotipos

Cada partícula del universo es relevante, pero... ¿todas o sólo pura controversia? ¿Nos importa el tipo de partícula o el desconocido interior que la sustenta?¿Qué nos gusta de Otelo?¿las letras o su autor?
"¿A quién le impora el cutis que tuvo Shakespeare?"Así habla Benjamín Prado en el Semanal de El País de este fin de semana. El madrileño aboga por derruir de una vez y para siempre los estereotipos. Prado se aleja por instantes de su particular estereotipo de escritor desinhibido y liberal para recordarnos que la belleza sigue estando en el interior. Aunque no exactamente, y estoy de acuerdo, no es el interior donde vive, vive en ese aspecto mas auténticamente humano, singular y particular del individuo, eso que nos asemeja a los perfumes, ese algo que nos hace adorables o abominables.
"La imagen no tiene por qué ser un inconveniente para triunfar, ni si quiera un condicionante. Hitchcock hacía sus películas a base de bellas rubias, y Buñuel, con personajes grotescos. Es estúpido asociar la belleza al éxito"
Razonable, pero...¿por qué entonces pensar en éxito generalmente es pensar en algo bello? Quizá es porque todos estamos y vivimos en un mundo colmado de estereotipos. El mayor de ellos radica en nuestro propio entendimiento, en cualquier significado y significante, en la idea que tenemos de las palabras, porque el éxito, aunque queramos disfrazarlo de cruel, egoista y despiadado, es bello, sigue siendo bello, se enferma, se degrada quizá, por otros aspectos, pero la esencia sigue siendo interesante y apetecible para cualquier perfil humano, ya sea griego o un tanto menos perfecto.
Cuando Benjamín Prado se pone de perfil sonríe, porque conoce la pregunta de rigor. "La respuesta: no cambiaría un ápice de su imagen, pero si en algún momento le dejase de agradar, desfilaría por un quirófano sin dudarlo. No entiendo por qué es malo cambiar algo que desagrada. La libertad mayor es conseguir estar cómodo consigo mismo. Si la felicidad se basa en estar a gusto, no puede ser malo operarse... siempre que se trate de mejorar la autoestima".
Como a todos le gustaría salir inteligente en las fotos y guapo en las respuestas.
Nada mejor que la belleza, la belleza es bella y por eso se ha adorado durante siglos, desde los orígenes, el hombre intentaba fijar lo bello, lo atractivo con rudimentarios medios. ¿Por qué tras siglos de prácticas evidentes queremos cerrar los ojos a lo evidente?
No hablo de un canon, hablo de una belleza eterna pero diversa, la belleza no está en una nariz perfecta, sino en adivinar por qué esa o cualquier otra consigue modificar la percepción que alguien tiene de las cosas. Esa es la belleza que me gusta y me enamora.
Benjamín Prado saltó al ruedo literario con Raro, una novela que conoció un gran éxito en España e Iberoamérica. Cuatro años más tarde, en 1999, obtuvo el XIV Premio Andalucía de Novela por No sólo el fuego. Autor de varios libros de poesía, acaba de relatar su amistad con Rafael Alberti en A la sombra del ángel.
Esperamos que su obra mejore su perfil, y que su talento siga eternamente bello.

Thursday, October 19, 2006

mejor en polvo


Resulta interesante llegar a la conclusión de que cuestiones de alto nivel metafísico, esas que durante siglos han colmado los pensamientos de generaciones y siempre afectando incansables, como golpes de reloj, de ese mismo modo incesante, pueden llegar a simplificarse y darte cuenta que quizá puedan ser solventadas de otra manera, tan simple como tomarse un vaso de leche. Y es que de tazas, de leche y de dulces va el tema.
¿Hay algo más dulce que el amor? ¿Un bombón? Siempre que no sea de chocolate amargo, la mayoría estaría de acuerdo, siempre que no se me incluya en la mayoría, porque aunque sea difícil de creer, hay gente a quien no le gusta el chocolate, pero no por ello, el dulce, ni tampoco lo que aquel conlleva.
Esta tarde hablaba con una amiga, conversábamos sobre las cosas sin importancia, sobre como las cosas más triviales, a veces, se vuelven fundamentales. Ya lo dijo nuestro amigo Bunbury, no hay nada mejor que una simplicidad para conseguir las mejores y más intensas sonrisas. Las conversaciones de amor y de amantes son muy complejas, aunque el tiempo demuestra, que normalmente la solución más simple, suele ser casi siempre la correcta.
Me decía mi anónima amiga que la gente dice que el sexo es un sustitutivo del amor. Esto hay que explicarlo, nada puede sustituir el sexo, sobre todo, cuando es bueno, pero sí es cierto, que la gente se cobija en el sexo cuando se imposibilita la tarea de encontrar esa oveja que puede convertirse en tu pareja. Pero, ¿y cuando falta el sexo? Cuando escasea el segundo plato, el mundo no se acaba. Siempre queda un tercer plato, una ventana que queda siempre entreabierta para los más necesitados, para esa urgencia descalificada, una opción políticamente correcta, que no acarrea problemas de conciencia ni rubores sorpresivos, ni reflexiones al día siguiente, ni compromisos no deseados, ni siquiera necesita un cambio urgente de lencería, y esa piedra filosofal es el chocolate.
Sí. Ese placer de color marrón que cruzó el charco hace un tiempo, droga para algunos, condena empalagosa para otros, cola cao para los tímidos, sin leche para los apasionados, para enloquecer con almendras, y blanco para los que gustan los disfraces..., y, en polvo, para los clásicos.
En fin, el chocolate es el mejor sustitutivo para el sexo, así está considerado. Abalado por innumerables películas, el cacao al igual que el helado de pistacho es el mejor consolador, enamora nuestro paladar y le regala el más placentero chupetón, caliente y frío, único y sólo tuyo, aterciopelado, crujiente, cremoso, irisado, en filamentos, en gotitas..., el formato a gusto del consumidor. Sólo tiene un problema: es una máquina de producir calorías, aunque aplicado en el trasero es uno de los más potentes anticelulíticos, un auténtico partidazo.
Y es que la zona M, aquel recién inaugurado corner amapolado, os invita a sorbitos de chocolate caliente a tono con este otoño apasionado que ha llegado de repente, con esta lluvia que me hace sonreir, para tomar en tacitas de porcelana beig, como sacadas de una novela de Jane Austen.
¿Quién da más? Chocolateados, entre lluvia, sin el odioso sol amarillo, nos pasamos a la terracota, a los marrones, a los verdes perdidos, a tendernos en el musgo. Sonrían que ha llegado el invierno y nada mejor que disfrutarlo tendiditos bajo las mantas.
Prblema resuelto. Que ya no quedan secretos ni problemas irresolubles, y en el amor, o mejor, en la calentura de los sentidos, el enfermo se cura con derroches de cacao. Terriblemente afrodisíaco.
¿Y después? Después, eso de cada oveja con su pareja, o, al menos, reunión de ovejas, perdón, de parejas.

Sunday, October 15, 2006

en el país de las maravillas


Tempus fugit. Un topicazo lapidario, nadie inventa nada cuando lo utiliza, ni yo tampoco, por ello, si todos somos tan conscientes del paso del tiempo, ¿por qué nos repele percatarnos del paso de los segundos en nosotros mismos?
¿Somos narcisistas o se trata de una cuestión de supervivencia?Hay quien no le interesa, pero ¿es real? ¿Por qué hay quien "esculpe su cabello" y quien no sabe a qué pelos nos referimos cuando hablamos de "cabello"? ¿Somos animales ávidos de junventud, nos regimos bajo la ley del más fuerte, o somos humanos enamorados de la belleza del "número pi"? ¿Existen de veras los despistados?
El concepto de perfección, equilibrio, es ambiguo, pocos estarían de acuerdo en acompañarlos de un mismo concepto, quizá esa asociación arbitraria que hacemos de los términos y referentes los usuarios de la lengua, sea la causante del perspectivismo humano. La obsesión dicen es una enemiga disfrazada, se pasea vestida de perfección y nada, o casi nada es perfecto, difícil de conseguir. Otros dicen que la obsesión es buena, ayuda a conseguir los objetivos. No hay nada más potente que una obsesión viva en la mente. Y con estos precedentes, hablar de la belleza como ente no desvela soluciones tampoco, las hay de muchos tipos y de diferentes materias, incluso puede ser interna. Nos atrae lo perfecto y lo imperfecto, nos atrae Miguel Angel y el desequilibrio aparente de Picasso. ¿El hombre de Vitrubio o el hombre de tu vida?
Ayer cuando parpadeaba bajo mis gafas púrpura en un tuburio de la ciudad me di cuenta que mi concepto de belleza era dificil de encontrar por estos parámetros en los que merodeo últimamente. Hay que conocerlo todo para poder hablar de todo. El olor a tabaco resurgía de las paredes de un color indefinible. La música se perdía entre punteos horteros de un rock que ya no se lleva. La gente se movía de dentro para fuera para tomar aire, y no ahogarse con los cigarrillos de la marabunta humana que allí se congregaba. Y yo me preguntaba, cuál era el objetivo de aquella macro reunión. Llegué a cuestionarme si no me estaba perdiendo en mí misma, opino que mis creativos y privados mundos imaginarios no me están beneficiando mentalmente. Últimamente, me estoy convirtiendo en la protagonista de mi cuento preferido. Como Alicia, me sentí pequeña en una casa gigante, a punto de ser pisada por aquellos individuos humeantes.
De repente, un antiguo conocido me rozó el hombró intentando llamar mi atención, me saludaba con los dos besos estipulados y notó mi actitud despistada, mis ojos semi cerrados, mi copa casi agotada de té verde helado..., y cuando le exponía mis razones de cansancio, mi semana agotadora, mi falta de tiempo, y mi opinión sobre aquel lugar,que más que animarme, me adormecía sin yo poder remediarlo, me interrumpió casi atragantado por un enorme sorbetón de su copa de whisky barato, que quizá es que me estaba haciendo mayor. "Los años no pasan en valde", fue su estelar frase, y así desapareció entre la muchedumbre.
Pero, ¿cómo alguien que tiene veinticinco años puede ser mayor? ¿y cómo puede acusarte de esto alguien que te lleva otros tantos? ¿qué sentido tiene si mi rostro de leche parece que se renueva a cada uno de mis parpadeos?
Mi supuesto problema de vejez no está en mis veinticinco años, ni en que ya no beba tantas copas, ni en que no sienta perder el sentido cada sábado, ni en que me apetezca irme a la cama a los dos de la madrugada. Mi problema es que siento que mucha gente no evoluciona a mi ritmo, y no evolucionar, para mí, es como un caudal de agua que de repente queda estancada. Lo que no me renueva, me mata.
Quizá sea que mi evolución camina en otra dirección.¿Qué me está ocurriendo? ¿Mi mente envejece a galope o es que me estoy perdiendo en mi propio mundo de ideales, de letras recortadas, de ediciones soñadas, de imaginación, de sueños irreales?
¿Por qué hay gente que no sabe aún que se pone en una estantería? ¿Por qué si sugieres como objeto "libros", te dicen que ya tienen la enciclopedia Larousse? ¿Por que últimamente la mayoría es marrón?
Por eso y por mil y una cosa más, prefiero ser una rara entre mi grupo humano, porque no me interesa el adejetivo "normal", porque me encanta bucear horas en mis libros, y ya casi no me importa que nadie entienda por qué quiero leer a Amy Tan. Por eso el concepto de belleza es tan distinto para el humano y más aún el de equilibrio, yo me quedo con el mío, sólo mío, y prefiero vivir en mi mundo inventado que mudarme a las coordenadas del almacén de descatalogados. No busco nada en especial, sólo algo de originalidad que sea capaz de rescatarme de mi mundo virtual. Y lo encuentro. Y es mío. Sólo mío.

Monday, October 09, 2006

avance informativo


Queridos lectores:
¿Conoces esa famosa foto de principios del siglo pasado en la que unos obreros almuerzan sobre una viga de hierro gigantesca y a miles de metros del suelo? Construían Manhattan y estoy segura que sobrevolar ciudades no producía un dolor de espalda tan horrible como el mío.
¿Sabe alguien la sensación de estar cogido como por un gancho en la espalda, como si fueses un trapecista, pero sin equilibrio? Caer una y otra vez a la red, en diversas posiciones como un muñeco de plastilina.
La comparación es muy jugosa, metafórica pero, no es real, o sí. Hoy me siento igual que ellos, pero de verdad, nada de caídas mentales, sentimientos de ruleta... hoy mi espalda adolece de su bien erguida rectitud, y me siento alicaída.
Tras el parte médico, anuncio para mañana noticias frescas aunque no sé si podrán ver la luz pública, se casa una famosa pareja sevillana, boda de postín al medio día, a la cual a&p está invitada. Prometo contaros al menos en que consistieron los entremeses.
Por otra parte, ayer fue el cumpleaños de dos muy buenas amigas, la una está en la ciudad y la otra algo más lejos.
No sé si será el tiempo, el otoño, el amarillo o ese día a día lleno de horas impasibles, lo cierto es que las semanas pasan, y ni mi agenda magenta ni la suyas se ponen de acuerdo para una cita fugaz de aquellas que el año pasado disfrutábamos entre cafés, compras y segundos robados a clases atenienses o guiños biliotecarios.
Veinticinco añitos cumplen mis "M.J", y ahora, todos más adultos y ocupados que nunca, parece que el trabajo o el deseo de conseguirlo, nos han borrado por segundos eternos las sonrisas que poblaban a veces más, a veces menos, nuestras boquitas de filológuillas estupendas.
Para mis amigas y colaboradoras de a&p, la dirección os envía un ramo de rosas, bomboncitos caja roja y sobre todo una agenda nueva para todas, completamente blanca y anhelante de compañías femeninas y entendidas en letras.
Suprímanse los malos entendidos sobre el tema, que en este grupo no queda títere que no esté casada o por casar, y ante esto, y para terminar, anuncio otra boda inminente. Nuestra Deke de toda la vida se nos casa. Se espera que sea una boda de invierno, pero que la pareja caldeará con los latidos enamorados de los Romeo y Julieta más tiernos y sinceros de la temporada.
Lo siento, compañera de fatigas, la exclusiva era mía. Chicas, ahora sí que hay que comprarse el vestido.
Y entre tanto, para las casaderas, se inaugura un nuevo corner en Amapolas, se llama "ZONA M" y está poblado de artículos bermejamente amapolados. El fin de semana estáis todos invitados al cóctel. Tacones obligatorios. Post scritptum: precios interesantísimos.
Hasta mañana. Me despido, nos despedimos, a&p al completo hasta el domingo, día de redacción, y de reflexión.
Saludos cordiales. Disfruten del puente, señoras y señores.

Sunday, October 08, 2006

vuelo de violetas


Domingo de nuevo, últimamente este es mi día E, o sea, el día de la escritura, en el que puedo dedicar unos minutos, a veces más, a veces menos, para hilvanar palabras armonizadas. Tengo mucho que contar y sin embargo, el resumen de la semana se torna dificultoso.
Nunca me gustaron los resúmenes, prefiero los relatos aún más cortos, y si no, disfrutar de una narración dinámica pero a golpe de reloj, como en Memorias de África, cuando contaban cuentos al amor de la lumbre.
Los días han rodado, y los minutos se agolpaban rápido, algo increíble con este tiempo de aburrimiento. Ha pasado el fin de semana de la Aurora y siguen sin estrenarse los anhelados abrigos. Recuerdo que quizá sea demasiado utópica mi adoración al invierno, hace unos cinco años se compraban nueces y castañas en esta zona y la gente aún llevaba chanclas. O sea, quizá no sea que este invierno se esté haciendo de rogar, posiblemente sea mi ilusión decadente la que necesite de una luz más fría.
Ahora he decidido cambiar el decorado de mi rincón más íntimo, el mío y el de todo mortal medio normal, mi dormitorio. Adolecía de dulzura y ahora, renovado, es como uno de esos jardines naturales, esas pinceladas violetas que la naturaleza nos regala con aroma a lavanda. Cambié el tono de las paredes, ahora sonríen como un ramito de violetas, y el leve candor que las mantiene se madura con unas organzas color canela y una terrible y adorable seda rosa. El rosa es como una droga para mí, algo absurdo e irracional que no puedes dejar, ese es mi patético color preferido.
Y a tono con todo esto, junto a mi candil, como acariciando la almohada, mi nuevo libro: Un lugar llamado nada. La autora, Amy Tan. Es la autora de siete libros, entre los que destacan El club de la buena estrella, Los cien sentidos secretos y La hija del curandero, y, también, de ensayos y relatos breves que han sido publicados en numerosas revistas y antologías. Recibió el Common Wealth Award en 2005 y ha sido finalista del National Book Critics Circle Award y del Orange Prize. Sus obras han sido traducidas a treinta y seis idiomas. Esto es lo que más me interesa, sus palabras deben ser leidas si tanta gente desea pasearse por ellas. Por ello, y por ella me animé a dejar Occidente y viajar a los albores de la cultura, a las raíces más antiguas y descubrir qué hay más allá de Europa.
Isabel Allende ha dicho "Amy Tan ha creado una aventura casi mágica que, página a página, se convierte en una metáfora sobre las relaciones humanas".
Yo digo que la aventura está siempre espectante, aparece cuando menos se la espera, es como una damisela disfrazada, como un secreto sentido y de repente revelado, y para mí, hoy, bañado de lavandas, una límpida y fresca pincelada de violetas.

Sunday, October 01, 2006

de rojo inesperado


Uno de octubre, un nuevo mes, nuevos y más leves atardeceres. Nuevas noticias, días inexperados. Van Gogh se autorretrató a sí mismo y su retrato sigue siendo hoy revelador. Pelirrojo, ojos menudos, "domine cabra" a la alemana, hoy de actualidad más que nunca.
Hace unos días recibí noticias de la visita a nuestro show room de una pareja de futuros recién casados, anhelantes de hogar, en busca de telas con que vestir el nidito de amor. La pareja pasó desapercibida a mis ojos, yo misma pasaba por allí, les saludé sonriente, y como a un par de desconocidos más, se almacenaron en mi memoria, para pasar a ese baúl de recortes memorísticos aleatorios que nuestra mente posee, y que inesperadamente, a veces, toman vida para formar parte de algún episodio presente, más que novedoso.
Días más tarde, como un virus medieval, la empresa adolecía de bajas personales, estómago, dolores, infecciones, resfriados... el personal se marchaba durante un tiempo para reponer sus no muy saludables cuerpos, al parecer. Esperamos ansiosos su repuesta salud y su vuelta a casa y al trabajo. Pues bien, a tono con las bajas, el trabajo se multiplica y toca cubrir huecos. En mi caso, un par de días cambié la contabilidad, los bancos y el todopoderoso IVA para reunirme una vez más con las telas, mi segunda piel, 24 horas rodeada de seda y mi adorado terciopelo. Entre tanto, los clientes iban y venían y entre ellos, la pareja semiolvidada, semisaludada. Les reconocí por la galopante alopecia del caballero.
Cuando acariciaba el terciopelo color hielo que pretendía venderles para el despacho del nidito, el joven, que, aún calvo, no parecía superar los treinta, me miró fijamente a los ojos, y me llamó por mi nombre, asentí sorprendida y rápidamente le pregunté cómo lo sabía. Yo no lo había visto nunca, y sin embargo, él me conocía. "Efectivamente, me llamo Majo" respondí, y a continución, el dijo, eres María José Caracuel, y la dueña de todo esto.
Todo tomó sentido cuando fugazmente recordé el nombre del curioso cliente, se llamaba Samuel, así se había presentado cuando al principio había anotado sus datos para la venta. Un nombre no demasiado común, y un tanto sugerente cuando me confirmó su procedencia: un pueblo cercano, cuyo nombre empieza por "a" y acaba por "ar".
No podía creerlo. Era él, el de siempre, aquel personajillo pelirrojo, de gafas menudas encajadas en sus diminutos ojos. Pero, sin embargo, no lo parecía. Consciente de su antiestético aspecto anterior, había decidido mudar la piel, suprimir la decadente y rojiza cabellera por un rapado total, las gafas ya no estaban, sobrevivía a los objetos, ahora desdibujados para él por falta de unas cómodas lentillas y arrugaba su vista a cada paso para reconocer los contornos de lo que no estaba muy lejos de su nariz. Y..., había engordado, nada quedaba ya de aquel pequeño saltamontes escualido, parece que hubiera ingerido ingentes nutrientes por día y estos relucían en unos brazos y estómago más lustrosos.
No tuvo reparo en explicarme sus andadas cuando comprobó que ya estaba actualizado en mi memoria. El ex novio de mi amiga A.Y. resulgía del pasado cual ave fénix.
La actualizada novia, sin embargo, fingía una sonrisa comprensiva y a la altura de los tiempos, aunque no era dificil entender que aquella conversación incipiente le molestaba. Sálían a relucir antiguos amores, antiguos rencores, relatos amorosos, que no sé por qué en algunas parejas, así pasen veinte años, se mantienen vivos, como si hubiesen ocurrido el pasado sábado.
El reconoció que sabía mucho de mí por narraciones en tercera persona, en mi caso ocurría de igual modo, conocía sus andanzas al milímetro por los confidenciales comentarios de mi amiga. El tal pelirrojo, aunque feo se creía casi Prometeo, y así había sido siempre, un Don Juan muy moderno, tanto que podríamos calificarlo de un valor surrealista o, mejor dicho, cubista.
Parece que él no tenía problemas en descargar su pasado una vez más y relataba episodios a los oídos de la futura esposa, de una futura esposa a la que por segundos se le agríaba la fantástica tarde de compras con aquel encuentro inesperado. En los ojos de la dama se reproducían temores, y la seguridad con la que llegó se desvaneció en leves suspiros y sonrisas de y por compromiso.
El tema era cargante, por el lucimiento personal del caballerete y por el mal trago de la señora. La actitud cambió y de un"cariño, lo que tú elijas está bien", pasó a un "me gusta esto y punto", sin más.
Parece que hay veces que abrir el baúl de los recuerdos no es tan aconsejable como Karina cantaba en su día, el pasado toma vida, y todos los elementos nuevos que ahora viven y antes no existían, sufren de repentinos ataques de incomodidad y se ven sobrecogidos por aquel famoso y harto conocido monstruo verde de los celos.
Como periodista, confirmo que mi narración es fidedigna y no me he dejado llevar por el cariño hacia mi amiga, ni por el desprecio hacia el pelirrojo. Objetivamente confirmo, que esa nueva relación se mueve por el autoritarismo cobrizo y que la futura esposa no es más alta de un metro cincuenta, y que sus patas de gallo son demasiado visibles para su edad, junto con un rubio de mechas verdosas nada favorecedor.
Y ahora, de nuevo en el presente, animo a todos mis lectores y lectoras a que entiendan mis palabras como un canto al "carpe diem", cierren las novelas leídas y pasadas y se dediquen a vivir el presente, que, aunque a veces no la parezca, se muestra increíblemente interesante.