Monday, July 17, 2006

SeñaleS


Hasta se han agotado los capítulos de Sexo en Nueva York, mi única diversión después de mis eternos libros. Sólo queda el martini adicional y propio que cada quien se quiera autofabricar. Últimamente me he quedado sin palabras. ¿Quién duda de el final de algo? Todo se acaba, todo, menos el amor, si es que el tuyo es verdadero, claro.
El coche se rompe. Señales. Ver a tu profesora de literatura preferida en cada rincón repitiéndote que la plaza es tuya no es una señal, es sólo tu profesora preferida dando vueltas. Encontrar un trébol de cuatro hojas y guardarlo con esmero en tu libro preferido, no es ser una mujer con suerte, es ser una ilusa. Que cuando comes nueces en octubre llegue a tus manos una dividida en tres partes, no es que eres especial y la naturaleza te anuncia un destino especial, no; es solo una nuez extraña. Que tu hayas soñado ser toda tu vida con ser profesora, es... eso, sólo un sueño. Así es que el diagnóstico que me dieron es el de enferma de idealismo, soñadora crónica, definitivamente loca, loca, pero de ilusión. Así de enferma estaba yo.
Hoy, me he curado, rodeada de montones de arena, reducto de estatuas derrumbadas por el aire. La terapia: me obligan a volver al mundo, ¿por qué mejor no me dejan esconderme en mi sillón y perderme en mis libros? Hoy pido un descanso a mi persona. El partido puede suspenderse por un tiempo, no lloraré porque se difumine mi vida entre tanto. Necesito sonreir.
Las pequeñas necedades, que los ilusos como yo, creemos señales, se convirtieron en seres importantes y a los que de manera inconsciente les otorgué un poder que no supe controlar. Olvidé cuál es su función en la vida y de repente, me sorprendí bajo una sombra que oscurecía mi persona, como un gigante de sueños del que yo iba a ser paradójicamente su alimento. Crecieron como ilusiones sin sentido, se reprodujeron como setas junto a árboles, al amor de la brisa más fresca, en el resquicio más azulado de mi mente, allá donde sobreviven hoy ya sólo algunos sueños.
En ese bosque de sombras, de verde intenso ha sobrevivido hasta hoy una de mis últimas manías: contar dígitos de cifras. Los dígitos de mi cumpleaños, de mi DNI, de su cumpleaños, de mi fatídico número de opositor, etc. Cuando salieron las bolas del primer exámen, fueron los temas cinco y cincuenta, sumados, dan diez, un número redondo. Y mi mente se imaginó que eso, unido a que aquel tema lo sábía de principio a fin, me ayudaría a que en un futuro próximo, mi futuro fuera de diez. Nada salió redondo ni tampoco sumó diez. Lo más triste de todas estas autofórmulas de sonrisas inventadas, cafeina de pensamientos, es que acabas creyéndotelas y es cuando la ilusión desvanecida te mata, como un aire disfrazadamente adulterado.
Lo mismo ocurrió con las reliquias y demás objetos de índole religiosa, de nada me sirvió el rosario milagroso, milagroso de veras, pero no tanto para salvarme de las injustas tres décimas que me separaban de aquel ridículo cinco que era mío. Para quienes como yo, pensaban que encontrarse una araña daba buena suerte, desde aquí les abro los ojos a la realidad: tampoco es cierto. Las arañas son animalillos, componentes del medio rural y, si aparecen en nuestro medio urbano, es por dejar una ventana abierta o por el último cactus que adorna la habitación. Así es que que nadie rodee nunca más una escalera por miedo a pasar por debajo, sigan su camino, la desgracia no está en los signos, nada más absurdo, la desgracia, la suerte, la risa, el tormento, como el azul y el amarillo están en el contexto.
Quintiliano no entendía la originalidad, un concepto muy romántico, sino que opinaba que todo estaba inventado ya, sólo era cuestión de desempolvarlo y colorearlo ayudados de la retórica. Algo semejante opino yo, los romanos eran demasiado supersticiosos, olvidémonos de augurios absurdos, que no nos asusten más leyendas, ni esperanzas piratas. Todo está, sonríe mientras llega, nada más. Ahora he decidido no perder el tiempo adivinando, ilusionada en señales que despisten mi rumbo, la meta está y esa no se me pierde, el resto no es más que otra manera de perder el tiempo.
La fábrica de sueños por ahora está arruinada, no llamen ahora a esa puerta, se adivina cerrada por segundos indefinidos en la melodía del tiempo... y, los pies, fríos en el suelo.

5 comments:

Anonymous said...

"La suerte no es más que el cuidado meditado de todos los detalles" (dicho taurino).

Por experiencia te digo, mi buena amiga, que las señales que veías no eran más que la proyección de tu entusiasmo. Has puesto tanto empeño e ilusión que el revés ha sido aún más fuerte.

Consejo: La próxima vez mantente neutral hasta ver los resultados (yo también me he llevado muchos disgustos por el mismo motivo) y ya estoy curada de espanto. Sé que es fácil aconsejar y que nadie puede ponerse en tu piel y sufrir lo que estás sufriendo ahora pero si te digo esto, es sólo porque quiero que no desesperes y sigas adelante.

Anonymous said...

Me quedé en Córdoba porque mi número de opositor coincidía con una fecha especial de hace unos ocho años, cuando salieron las bolitas 11 y 54, me dí cuenta de que de poco me sirvió la fortuita señal. No le concedas más importancia de la que tiene y anímate, mujer; mil besitos!

Anonymous said...

Un buen paseo, Majo, por el paisaje del desánimo,conducido con fluidez por el cauce de la escritura, incluso infiltrado de cierto cabreíllo -vale el desahogo-que lo hace aún más atractivo. Mira: en algún lugar del aire se abre una ventanita y una luz, como de esperanza, se va comiendo las sombras. Una pobre patera llega a su destino y el Titanic, tocado por un trozo de hielo, se hunde sin remisión. Así ha ocurrido siempre; así ocurre ahora; así la historia se reescribe. Pero no lo olvides: sobre las rutas trazadas en el agua, la fortaleza de ánimo diseña el futuro. Que está ahí.

Anonymous said...

Espero que os sirva...

Rabia es la sangre que hierve por conseguir
las metas de nuestra imaginación
rabia es el arte, la lucha por la libertad
la hoguera en los barrios de los sin dios
rabia es el semblante de los oprimidos
es un fruto de la no conformidad.
Si hay certeza de que esto debe estallar
rabia es lo que falta

Fdo: Un Telecómico

Majo Caracuel said...

Mi letra preferida del abecedario es desde hoy la V. Telecómico por fábrica de mis sonrisas.