Tuesday, June 27, 2006

endorfinas en la mente



Las ventanas de mi cuarto no tienen rejas, el aire entra y sale sin pensarlo, se desnuda entre los visillos y hoy, de nuevo roza mi frente. Hoy me apetece volver a escribir y más si mi colaboradora y amiga (Deke) me requiere. Antes que nada quiero aclarar desde este editorial, que se os devolverán los minipagos de los días que me he encontrado ausente. Mis disculpas. Como pinceladas expresionistas será la redacción de las aventurillas que corrió mi humilde persona el fin de semana que nos precede.
Tras perder el Ave de las trece horas por un atasco insufrible, no por la impuntualidad que me caracteriza, os lo a seguro, me monté en el siguiente tren. Me despedí de quien hasta allí me había llevado, de ojos coloreados de verde y corazón vestido siempre de blanco.
El señor A.R. me recogió quince minutos más tarde de mi llegada por atascos de la capital andaluza. Sin más bromas de Cronos, me encontraba una hora y media antes de la que me habían citado en el harto conocido Instituto Gustavo Adolfo Bécquer, en Triana. Antes que nada tengo que matizar que esa idea tan sevillana de encumbrar el barrio trianero debe ser desmentida a día de hoy. Sin desmejorar algunos emplazamientos pero reducidos, debo decir que la tal barriada adolece de falta de limpieza entre otras cosas, y que si es cierto que los dioses me regalan aprobar estas oposiciones, no será mi persona quien sea vecina del barrio más tradicional de la urbe hispalense.
Pues bien, tras casi sufrir una deshidratación por los cuarenta y más grados que marcaban los termómetros más discretos, abrieron las puertas del centro, y cuando soñaba con la oleada de aire frío y artificial de los acondicionados, me encontré con un bochorno de temperatura ambiente con buenos fines, claro, evitar los enfriamientos de los opositores. Llegaba la gente y a las cinco y media nos condujeron al salón de actos. Nombraban y me nombraron y pasé. "Carpe diem" era el lema que estaba tallado en el frontal del muro de enfrente. Buen comienzo. El resto de la presentación podeis imaginarla, mucho calor, ventiladores sesenteros y pequeños, mucha gente en una habitación pequeña y falta de asientos. Yo, por suerte, encontré una silla, que quedaba en primera fila y que no dudé en ocupar, por la comodidad del asiento y de la primera fila, en la que me he sentado desde siempre. A la salida, de nuevo el señor A.R., me esperaba exhausto por el calor, con el coche refrigerado, con ojos de amor, y con dirección a C.E., un emplazamiento alejado pero de lo más apetecible.
El sábado me levanté a las siete de la mañana, me preparé el primer café de muchos que vendrían y empecé mi jornada estudiantil, tranquila. El mediodía llegó pronto, con él, el almuerzo y la siesta, lo mejor del postre. La tarde no dudé en tomarla por los cuernos y así, a las cinco y media me encontraba ante los papeles. En contra de todas las recomendaciones, dediqué el día previo al estudio y no me equivoqué. A las nueve de la noche cerré todas las carpetas y me emocioné al pensar que ya estaba todo hecho. No podía estudiar más, la suerte estaba echada.
Salí a cenar y a dar un paseo. A las once y media con el pijama puesto y en breve, dormida.
A las seis y media del domingo sonaba el despertador y el móvil, mi madre, mi ángel de la guarda me despertaba cariñosa por teléfono. El señor A.R. me despertaba con un abrazo celeste, de paseo entre las nubes y besos de miel en un día de limón. Cuarenta y cinco minutos más tarde desayunaba un par de tostadas preparadas por el mismo caballero, y tras enfundarme unos vaqueros talla 36, camisa blanca y unos zapatos ideales rojos, me marchaba a la Facultad de Ingenieros de Sevilla, ironías de la vida. La gente se agolpaba a la entrada. Pronto abrieron las puertas, me despedí de mi bello acompañante y subí hasta el aula 207. Con un rosario del siglo pasado cerré mis manos y mis ojos soñando con la felicidad, salieron dos bolas perfectas: el 5 y el 50. El Quijote era tema obligado entre mi selección de cincuenta entre setenta y dos temas. El cinco, lo llevaba y lo repasé por suerte mía, la misma tarde de antes, a la famosa hora taurina, el primero de la tarde, tras la siesta de sabor de nata.
Pasaron raudos los segundos y pronto sonaron las dos campanadas. Salí sonriente del aula 207, con la alegría de al menos poder demostrar justamente el trabajo que había realizado durante dos años y una vida de asomarme a la literatura. En la puerta, el sol del domingo era pleno y celeste, y la brisa perfumaba de cítricos la insulsa facultad de los ingenieros. Sonrisas.
Esperemos los días diez y once del mes siguiente. La adrenalina ahora cotiza en bolsa. Suerte, amigas, me consta que todas hemos saltado la primera prueba,al menos la de las risas, al salir de aquel irracional sorteo de letras.

Monday, June 19, 2006

cuatro caballos blancos


Después de dos años de "recogimiento" asceta, pero versión española, es decir, estoico-senequista, el día D llega y no espera. El 25 de junio está a la vuelta de la esquina y ya los minutos no quieren dilatarse más. Confiamos en segundos eternos que nos permitan releer lo leído, repasar lo que se supone se ha almacenado, pero el tiempo apremia, y ahora es más "fugit" que nunca. El "aurea mediocritas" de Fray Luis, es un tópico y, hoy más que nunca, la dorada medianía, conformarse con lo suficiente, no es suficiente. Canto al "carpe diem" para estrujar el segundero, y vivirlo apasionadamente, sacando el mayor jugo del tiempo que nos resta. Por suerte, todo se acaba y también esta sensación de cuenta atrás y de angusta. Sueño ahora con leer nuevos libros, con recuperar mi tiempo de lecturas perdido, disfrutar de el "otium", ese estado que nos regalará la armonía.
Ahora me retiro, por hoy y por unos días, pero amor&pedagogía resurgirá fuerte tras el 25J, sonriente o no, un día más, perdido al fin, de cualquier manera ya, de la carrera de lo vivido.
Siento que la brisa me empuja ahora a sonreir sin motivo, será la alegría de participar en esta carrera, hoy comprendo más que nunca aquella cuadriga de caballlos blancos que se disponían a correr en el circo. La nuestra está próxima. Los dioses nos miran desde arriba. Que la suerte os y me acompañe, señores filólogos.

Sunday, June 18, 2006

de vapor


Es dulce cuando se ignoran los enredos del hado.
El tiempo evasivo elude las respuestas
de un futuro inmediato o del eterno diario,
programado para años venideros,
en sueños ya creados,
esperanzados en óleos blancos,
deseoso de plasmarse y, colorado,
resultar ser visto o, al menos,
dejar de ser soñado.
La boca que me droga los sentidos
se esmera ahora en velar mis claroscuros sueños. Ella es quien me anhela en duermevela
en el mármol de mi nuca, es ella,
quien breve, me empuja y me dibuja la comedia de la risa.
Como azahar blanqueado en el verano,
como antaño los amantes soñaban juntar los bermejos labios,
como en un vapor siento que viajo,
de amor y fiebre, respirando vagidos de enamorado.

Wednesday, June 14, 2006

Tratado IV


Érase que era... pensar. Había una vez una niña que por visicitudes de la vida había decidido dedicar su vida al estudio. Con un fin demasiado altruista para ser comprendido por la mayoría, se imaginaba instaurar un nuevo Mester de Clerecía del siglo XXI. Se ilusionaba pensando en hacer un macro proyecto parecido a la escuela de traductores alfonsí, traducir ahora también toda esa sabiduría oriental, renacimiento de la cultura árabe que ciertos condes extranjeros querían seguir eliminando.
Quizá inventarse un verso nuevo, si antes la cuaderna vía, ahora el metro extravíado, por más moderno y vanguardista. Las fuentes de sus escritos originales serían también latinos, pero los buenos, no los de corte eclesiástico maquillado, sino los clásicos de Grecia y Roma que hasta hoy apuntalan los cimientos de "nuestro occidente". El proyecto se conformaba como una burbuja grande y voluminosa en su cerebro, se creía capaz de hacerlo. Los problemas del fracaso no fueron, ni encontrar el verso, si flojo o blanco, ni pugna entre antiguos y modernos, ni si entender ya la lírica como género.
El problema fue el convento. En algo había que parecerse al originario mester, tenía que organizarlo en un contexto frailero o monjil. Cuando se decidió a montar el experimento, la primera respuesta, el rechazo. Ah!! las monjas y frailes ya no son lo que eran, ¿o es que nunca lo han sido? La represión apareció sobremanera cuando se expusieron las ideas. Los primeros obstáculos fueron vencidos pero no los que sobrevendrían, la simpleza de convivir con ideales desfasados y egoistas. Incluso quiso acercarse a sus propósitos, propuso tratar en su mester asuntos como la catequesis o esos "happenings" tan modernos que la iglesia se ha inventado como modo de pasar el tiempo. Ni uno ni otro. La Iglesia que la protagonista conoció prefería la soledad. Soledad que alimenta la erótica libertad entre claro oscuros de claustros.
Moraleja: ni sería posible resucitar el Mester de Clerecía por casi absurdo como tal en este siglo XXI, ni tampoco, por consiguiente, podemos mantener cierto tipo de vidas ancladas en pasados de cantar de gesta. Porque lo del fraile de Robin Hood, ya no se lo cree nadie, que es mucho más moderno el cura de Clarín, cuyo mayor divertimento era desnudar a la Regenta y hoy, en nuestro tiempo, la mayoría se deleitan con algo casi más antiguo, con los de su propio sexo, ya lo aireó el Lazarillo.
Ante esto, mi amiga la ilusionada filóloga neotradicionalista, recogió papeles y se volvió a su pupitre de líneas rectas, que ya no está el mundo ni si quiera para buceos en el pasado, porque no se sabe que es peor, si resucitar a un muerto, o la incoherencia egoista de vender humo.
Ahora habla un narrador omnisciente, cuando lean esto, la gran mayoría pensarán en un anticlericalismo puesto de manifiesto, efectivamente, no os habéis equivocado, ahora buscad las raíces, que las mías no están en crisis de fé, sino en otras más de forma, de asuntos increíbles que aún quieren hacer ver como normales. Despierten curas retrógrados, aprendan a vivir por una vez de lo que se alimentan.

Monday, June 12, 2006

el paraíso en mi bolsillo


Porque el olor a sal se ha mudado a mi nariz.
Porque este sol de junio me ciega los ojos y al cerrarlos sólo puedo imaginarme la luz blanca de la desembocadura.
Porque el verde de los naranjos solo me transporta a la cristalina orilla, al agua tranquila que nunca se estanca.
Porque a este lado del río la brisa no huele a mar, porque no diviso la verde rebeldía del coto aceitunado.
Porque las risas no suenan a canciones, y las palabras aquí son palabras... y ni el viento se las lleva.
Porque no me abraza la brisa anaranjada que me enamora en la sombra, paraíso de sueños.
Porque necesito soñar en la arena, porque necesito sentirme plena en esa arcadia de las risas.
Porque esa playa de fábula no se me olvida.
Porque la felicidad hoy no es azul, se viste de mar, y es de plata.
De polvo y brisa, mi cuerpo mortal te abraza lejano, mi mar pintado de verde, entre mis senos, mi playa, entre mis dedos.

Friday, June 09, 2006

Déjame, pensamiento, déjame...


"Las palabras son barcos /y se pierden así, de boca en boca,/ como de niebla en niebla." Con estos versos sobrellevaba el mediodía de hace unos días, recreándome en un encuentro inmediato. Los poetas son para los que adoran la poesía, mi caso, como dioses profanos, entes cultos e inalterables que sobreviven al tiempo y al espacio.
Hace unas semanas en uno de los corchos de la biblioteca colgaron una lectura de poesía, en la casa del Inca, en un patio anaranjado, con diminutos arcos. El poeta: Luis García Montero.
Después de días eternos de horas inalterables rodeada de folios, lengua, literatura, de calendarios coloreados, sabía que la poesía podía ser un buen veneno para olvidar la realidad. Así fue.
Escuchar a Luis García Montero es simplemente diferente. He ido a diversas lecturas poéticas y nunca había sentido algo parecido, si me permitís que me deleite en mi particular sensibilidad. Él traía sus libros, se sentó en una mesa muy cercana al auditorio y las palabras empezaron a fluir tan simples, tan airosas como la brisa mueve una alameda, susurrante, limpia.
Es un lujo escuchar a un poeta, sobre todo si lee su poesía. Mis respetos a quienes recitan poesía, pero tengo que reconocer que muy pocos consiguen conmoverme. El señor García Montero lo conseguía porque leía de la misma manera que en su momento escribió aquellas letras. Los acentos, las pausas eran tan exactas como campanadas en un reloj. Su voz, no debil, simplemente azul.
Entendí su poesía como una supraconciencia social, como un entramado de sentimientos, filosofías, cultura, que se encuentran invisibles sosteniendo los puntales de la vida. Ni una poesía enaltecida, ni deshumanizada, ni esteticista, perdona, poeta, si lees esto, y no estás de acuerdo, pero entendí tu lírica como expresión de algo, expresión humana, en la que la experiencia es la musa, en la que el contexto influye más que nunca, que no se emborracha de sentimentalismo, pero lo bebe en pequeños sorbos de placer agridulce, y el amor... "el amor se hereda como un abrigo sin botones", dijiste.
Una hora y media de poesía maravillosa, en la que el mito bajó de los cielos para tomar contacto con los mortales. Tuviste la suerte de vivir a Alberti y de sobrevivir a él. Yo, el jueves ocho de junio, por instantes viví algo parecido. Fugaz pero eterno en mi memoria. Hablar con Luis García Montero fue entender una vez más por qué la literatura para mí es simplemente vocación.
Gracias, poeta, por dejar la bella Granada y acercarte a nosotros. Para mí, has sido como un bello atardecer, añil, suave. Como Alicia, mi fantasía se hizo real ante mis ojos y mis oidos, y para siempre.

Wednesday, June 07, 2006

secretos masculinos


Porque llega junio y con cada nuevo mes, una nueva edición de nuestra revista favorita: Cosmopolitan. Queridas amig@s, hoy toca hablar de sexo porque no podía dejar que pasase desapercibido un articulito que aparece discreto en la singular revista.
El tema: secretos masculinos inconfesables. Topicazos como "les encanta ser seducidos", muy artísticos del tipo "en la cama eligen posturas que les favorecen estéticamente", interesantes como "fingen que cuentan con más experiencia de tienen", muy considerados se preguntan "si te lo estás pasando bien", ángeles de la timidez "como para pedirte cosas picantes", y... la campanada, "fantasías inconfesables durante el sexo".
Parece ser que es absolutamente normal que los hombres fantaseen con otras personas y no necesariamente con su compañera de cama. Es casi un acto reflejo. Tengo un testimonio de una joyita que se hace llamar Daniel y cuenta con unos maduros 33 años. Dice así: "La chica con la que salgo es increíblemente sexy, pero, sí, a veces cuando hacemos el amor, especialmente justo antes de llegar al clímax, fantaseo con mi ex, con una colega de trabajo o incluso con una actriz porno. También puede ser con una chica imaginaria. Pero obviamente, no se lo cuento a mi novia porque no quiero hacerle daño".
Desde la redacción de esta revista a&p, alertamos a las chicas sobre todos los "Daniel" de 33 años, intentando evitar que este especimen sea vuestra conquista del día.
Los hombres, claramente juegan a un juego distinto al nuestro. Fantasías innecesarias o frustradas quizá porque muchos de ellos aún no saben que significa estar enamorado, se levantan y se acuestan pensando que un polvo sigue siendo sinónimo de buen sexo, y que algún beso con ojos cerrados, es una muestra maravillosa y super romántica de amor.
Nada mejor del amor que su práctica, pero real, o es que hasta en la cama estos hombres del siglo XXI siguen pensando en la video consola. ¿Erotismo virtual? Ohh! ¿Queda algo de esos amantes ideales de los años 50 en los que veíamos amor sentido, puro y solo para dos? La pregunta queda en el aire, espero los jugosos comentarios de mis colaboradores/as preferidos/as.
Mientras tanto, invito a los hombres a que experimenten nuevas sensaciones, hoy la terapia del día será "amo, ergo sum".Experimentad, ya me contareis qué tal os va. No os asusteis, os aseguro que no es peligroso.

Tuesday, June 06, 2006

Desiertos


No hace mucho oí en la radio que unos ecologistas habían iniciado una plataforma para mantener vivos los desiertos. Este mundo está tan deslucido que parece que estos infinitos montes de arena son lo único auténticamente sano que nos queda. Paradojas de la vida, que algo que roza lo inerte se haya convertido en los últimos alientos de frescura de este planeta.
Similitudes con la raza humana. Si en la madre Naturaleza, la última esperanza se ha concretado en este infinito de puntos dorados, ¿también entre nosotros ocurre lo mismo? ¿Quién podría identificarse con un desierto? ¿Qué tipo de persona?
Supongo que la aridez externa podría ser una de las características, la sequedad, la terrible insensibilidad... no obstante, algo bello debe quedar. A pesar de su intenso amarillo, me imagino un núcleo al que se accede por una oscura cueva como en las preciosas "Mil y una noches".
Creo que el desierto es de una belleza muy vanguardista. Lo mejor de su estructura, es que no tiene. Sus infinitos puntos bailan al son que marca el aire, y crean innumerables obras de arte, siglos de letras desdibujadas, perdidas en la inmensidad de su ladera, eternamente dorada.
Una amiga mía dice que "hasta el desierto guarda agua en su interior". Debe ser así, quiero pensar que tanto para los ecologistas será positivo que se cumpla la sentencia, si estos emplazamientos son nuestra última reserva, como para los y las más parecidos/as a los desiertos, porque quiero pensar que fluye agua intensamente azul por sus venas, que riega sus latidos y que esconden frescos parajes a media luz donde tumbarse y conversar largas horas, como escondidos del intenso amarillo externo, como queriendo reservar el tesoro bajo los arenosos suelos, bajo el discreto manto, en el desierto.

Friday, June 02, 2006

viaje en paracaídas


Quisiera yo saber quién utilizó el término "loco" por primera vez.
La locura de Don Quijote es un tema muy recurrente. Fue loco, estuvo loco, se hizo el loco, o locura como nave en la que sobrevivir al naufragio. Loco para algunos, para todos, cada quien con su corriente, cada quien con su mente.
Loco. Es un término que me gusta. Me gusta, y a la vez, detesto.
Me interesan los arrebatos nerviosos, chispazos en la mente que hacen que el individuo olvide el raciocinio y se pierda en las raíces del ego, del animal que todos llevamos dentro. Esa locura exagerada, que nos pintan en los cuadros, locura de Juana, locuras inventadas, locos que abren y cierran puertas, locos que hablan solos, locos de la vida... no locos de la colina!
Para ellos, los locos de diagnóstico, para los locos literatos, para los locos de diario, para los que dicen estar locos, para los que son acusados de locos, para nosotros, para mí: locura... en paracaídas.