Mayo se agota. Las mañanas y las tardes se difuminan como los trazos de carboncillo degradados en la mano de un estudiante desesperado. Ya no quedan hojas en blanco. Esa ha sido la razón por la que he desaparecido de los medios unos días. No importa el momento, ni la edad, ni la hora, ninguna muralla está exenta de ser derrumbada. A mí me han tirado una torre, sin darme aún la oportunidad de enrocarme, la partida fue rápida. La reina quedó rápidamente sola, el rey tras ella y algún peón.
Aquella noche tuve un sueño, que mi psicoanalista no quiere aventurarse a descifrar. Opina que Freud está mediatizado, que no se entiende su mensaje, hoy desdibujado por la prensa y la televisión. ¿Será que no sabe qué decir? Normalmente la gente echa la culpa al contexto cuando no tiene respuestas propias. He pensado por ello publicar mi sueño aquí, y dejar que la imaginación de mis lectores/as sea la medicina de mi desvirtuada mente. Antes de empezar hago un llamamiento a una amiga-colaboradora (M.M) que conoce mi particular significado, narrado en nuestras tardes de té y baños árabes. ¿Hay algo mejor que el agua? Querida, un voto de silencio.
No fue con agua con lo que soñé aquella noche, esta vez estaba en una habitación cuadrada, que pronto fui identificando como mi dormitorio. Detrás de la cama estaban un par de zapatos, dos manoletinas que ignotizaron mis ojos desde el momento en que me dí cuenta en que una se movía; no eran duendes, era una metamorfosis.
El zapato, ágil, se fue tornando dinámico, fibroso, exhalando una sustancia aceitosa que le ayudaba en una dura transformación. El lazo delantero fue absorvido, desapareció y tras algunos segundos, reapareció con más brio que nunca, perdida la ñoñez, se había convertido en una larga lengua silbante que me invitaba a acercarme. No terminaba de ser consciente, cuando el divino animal estaba casi configurado, el talón de la zapatilla estaba casi desaparecido, y se alargaba eternamente, creando un monstruo horrible pero bellísimo a la vez.
En breve, la mutación se había producido. Intenté autoconvencerme de que no tenía miedo. Eso era imposible: siempre lo tengo. La serpiente comenzaba a sesear, con un destino que no dudaba en desvelarme. Se acercaba lentamente mirándome a los ojos. No fui capaz de soportar más suspense, aterrorizada corrí a la puerta. Evidentemente, cerrada sin remedio. Con la espalda en la madera, noté qué podría significar padecer un infarto. Entre tanto, sin saber donde mirar, en la desesperación, noté nuevos movimientos. Tras el armario. Un nuevo animal. Más monstruoso, más grande, color lodo. Una segunda serpiente. No seseaba, se desperezaba. Directa a mis ojos se acercaba rapidísima. Pálpitos. Falta de oxígeno. La crisis, como el amor, fue eterna mientras duró. Me desperté antes de ser devorada en un abrazo mortal.
Tengo mi particular explicación, relacionada con la vida, la muerte, el placer,el sufrimiento, el desengaño, el miedo, los deseos que mueven cada centímetro de mi cuerpo y mente. Esto es decir mucho y nada. Alguien dijo que rodo esto le transportaba al pasaje en que Eva pisaba con su talón la serpiente del deseo...
Os propongo un juego, dedicadme un comentario con vuestro particular significado de este topicazo del "sominium" literario.
Os dejo la pluma, paso el testigo, abandono por algunas horas mi mayor divertimento. Hasta mañana muy temprano.