Wednesday, May 31, 2006

¡Ah de la vida! ¿Nadie me responde?


Lucha entre propósitos ascéticos y afanes vitalistas. Angustia. ¿Pudo encontrar Quevedo, en el amor, un camino para reconciliarse con la vida? Más de doscientos poemas de tema amoroso. Estoy de acuerdo con Dámaso Alonso, el más alto poeta de amor de la literatura española.
Amor, ideal inalcanzable. Amor como espada, arma contra la angosta angustia que ahoga el corazón. Amor frente a muerte, amor como escudo al miedo.

Única sensación de eternidad.
Un mal final, como en las buenas películas "En vano busca la tranquilidad en el amor", reza el título de un soneto. En la mayor parte de sus poemas subyace la imposibilidad del amor. Contienda perpetua, fugitivo al fin y al cabo, como la vida.



Bien puede mi cadena
el ser con el no ser a un mismo punto
estar por mi mal junto;
pues, muerto al gusto, estoy vivo a la pena;
y así es verdad, Inarda, cuando escribo
que yo soy y no soy, y muero, y vivo.
Francisco de Quevedo

Si no el amor, ¿dónde queda el alivio al profundo malestar? En la sátira feroz, en la burla despiada. Caretas, caricaturas de un alma destrozada que explican tan solo su amargura, conflictos entre creencias y sentires. Ansias de vivir y horror a morir.

Pobre alma la del poeta, si no fue cierto eso de que autor no es igual a sujeto poético.

1 comment:

Anonymous said...

Quiero pensar, como bien apuntas al final de tu excelente artículo, que el sujeto poético no tiene porqué identificarse con el autor porque si no dime tú a mi en qué leches pensaba la santísima santa Teresa cuando escribió: "Toda me entregué y di"
Como diría tu amigo Jorge Javier: ¡QUÉ FUERRTE!!

p.d: Qué manida está la escusa de la "vuelta a lo divino"... ya les vale a estos ascéticos. Venga hombre, que la celda está oscurita...

UN BESO MY FLOWER, EN 25 DÍAS ESTAMOS DE FIESTA.